En esta ciudad, nuestro sentido del olfato está constantemente estimulado. Y los olores detonan impresiones, inquietudes, temores antes de que el entendimiento se apodere de ellos y, de cierta forma, sucede también al contrario: contienen emociones sin nombre, emociones con olor –conceptos inasibles y volátiles, como insectos en una red–. A cada paso la ciudad huele distinta; a cada nariz le sabe distinto. A veces (casi siempre) el paisaje huele a fritura y a motor, a movimiento, a que arde. Otras veces, las menos, huele a nuestras cosas favoritas. Hace unos días le preguntamos a nuestros seguidores de Instagram cuáles eran sus olores favoritos, y sus respuestas (tan abstractas como específicas) resultaron en un diálogo con Local, y un retrato en fragmentos de esta ciudad.

A tacos al pastor

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El irresistible olor a trompo… ¿Cómo no tenerlo siempre en el radar si están en casi cada esquina? ¿Cómo pasar desapercibido El Vilsito o los Tacos Charly de noche?

A Bosque de Chapultepec cuando llueve

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A la lluvia no le importa dónde caer, a quién mojar, no le importan nuestros problemas o situaciones. Un día de lluvia en la ciudad puede ser difícil o el más memorable de todos: aquí huele a tierra mojada (en la selva, por ejemplo, huele a verde) pues tenemos camellones y polvo, pero también Chapultepec, una mancha verde de cientos de hectáreas. Aquí, la lluvia también nos acompaña con su incierto sonido fluvial (y aquí escribimos sobre 5 lugares para escucharla en la ciudad).

A tortillas frescas

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La fila de las tortillas recompensa al mexicano paciente y lo reconforta. Allí uno se come la tortilla mientras se las dan, o se tranquiliza con el puro aroma a cotidianidad, a niñez también.  Ahora que está resurgiendo las tortillerías de maíz criollo, no hay como pasar al Expendio de Maíz Sin Nombre por las mañanas para recuperar ese olor.

A tamales

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El tamal es de esas síntesis perfectas de la comida que es a un tiempo casera y de calle, así que muchos de los mejores tamales se comen en puestecitos y dejan ese olor a casa en la calle. Dicen nuestros lectores que estos son los tamales más ricos de la ciudad (y nosotros les creemos).

A mi traje de baño mojado y a pelota de beisbol

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La Alberca Aurora, la más antigua de la ciudad, huele a cloro y a ocio de otros tiempos. Este lugar en Coyoacán con muchísima historia todavía muchos nadadores capitalinos.

A rábano de pozole

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Los olores son fantasmas y viven en lugares tan específicos como el rábano del pozole. Quizás porque nos hace sentir bien: con un solo platón basta para estar hidratado, alimentado, calientito, satisfecho y hasta feliz. Pero hay de pozoles a pozoles y estos son 5 de nuestros favoritos alrededor de la ciudad.

A floripondio

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El floripondio –esas campanas misteriosas que ven hacia el suelo– también se conocen como “la trompeta del juicio” por venenosas (¿o psicodélicas?). Es extraño, pero estas campanas misteriosas que ven hacia el suelo abundan en la ciudad. Es una de las variedades que llaman huele de noche porque sobre todo cuando baja el sol, el floripondio desprende un aroma dulce, delicioso. Uno de nuestros lugares favoritos para estar entre ellos es el Jardín de Casa Barragán (lee más aquí sobre este jardín y olores).

A pan

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¿Hay algo más apapachador que el olor a pan recién hecho?

A un eucalipto

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Entre nuestros 6 espacios favoritos para ir (con urgencia) a caminar, está el Parque Nacional de la Estrella, donde uno distingue el olor a la corteza del eucalipto, que para algunos capitalinos es nostálgico, pues este árbol es común en las calles de la ciudad.

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¿Cuál es su olor favorito de la ciudad?

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