Hace algunos días se inauguró una exposición poco convencional en el centro cultural PanteónTransición, del artista Ricardo García. Mejor conocido como Kraken, este ilustrador de bestias nocturnas, monstruos, zombies y mujeres poseídas o adoradoras de Satán, en esta ocasión presenta una exposición radicalmente distinta a lo que nos tiene acostumbrados

Antes de entrar, junto al texto de sala está uno de sus carteles “de siempre”: una mano blanca alargada sobre un fondo negro del que brotan ojos monstruosos o fantasmales. Pero en lo que resta de la exposición, el artista muestra un lado menos figurativo y más abstracto, que se aleja del lugar común de su propia obra.

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Transición, de Ricardo García a.k.a Kraken, se divide en dos partes:

La individualidad en lo colectivo o sentirse especial

En la primera sala de exhibición –en lugar de ver caras de mujeres endemoniadas en blanco y negro con algún detalle rojo o dorado– lo que uno encuentra es algo más cercano a las serigrafías de Andy Warhol o a los puntos de colores de Damien Hirst.

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Se trata de unas impresiones de círculos concéntricos (con un ojo al centro) sobre dorado, que hacen que la luz se refleje de maneras extrañas sobre los visitantes, especialmente cuando se mueven. El efecto hace que los ojos en el centro tengan “miradas” diferentes.

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Para el artista, esa variación de reflejos y colores representa la individualidad, que cada persona vive de manera desigual. Cada uno refleja o absorbe la luz de un modo particular dependiendo del lugar y el momento.

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La Transición en este caso –además de un paso de lo figurativo pero tortuoso a lo abstracto pero lumínico– es la búsqueda de una la liberación: abrirse a la interpretación y disfrute del espectador en una suerte de juego de luces y colores que no pretende otra cosa que subrayar la diferencia que nos hace especiales como individuos.

Carteles minimalistas

Si bien la obra de Kraken ya había pasado por algunos ejercicios de abstracción, Transición representa también la oportunidad de mostrar el cruce de los sentidos. 

En la siguiente sala el artista presenta la instalación Círculo cromático de sonidos, elaborada en conjunto con el despacho de arquitectura Estudio Blanco. En ella el artista plasma el conocimiento que ha ido recopilando durante toda su carrera como ilustrador de carteles de conciertos y como escucha apasionado de la música, pero ahora mostrando los elementos principales del sonido de cada banda en su mínima expresión.

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La instalación consiste en un cubo hecho de piezas de madera que recuerda a una sala de grabación. Dentro, uno encuentra un pantone de carteles que va de los tonos más oscuros a los más claros y viceversa. En cada cartel se lee el nombre de una banda sobre un color que para el artista representa su “sonido sentimental”.

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Se trata de un ejercicio muy personal del artista, pero que puede ser igualmente personal para el espectador. Al leer los nombres de las bandas y ver el color que el artista eligió como base, uno de pronto se halla repasando imaginariamente el sonido característico del grupo.

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El resultado es más sorprendente de lo que parecería: la relación entre el color y la identidad de la banda tienen sentido… Bueno, al menos en muchos casos, pues claro, se trata de un ejercicio individual.

En esta ocasión, Kraken dejó lo gótico a un lado para jugar con la expresión abstracta, simple y gozosa. Ante esta oportunidad –el camino de la abstracción como ruta del artista– él mismo afirma que no sabe hacia dónde se dirigirá su obra. También por ello la muestra se llama Transición: una de las muchas que se deben enfrentar en la vida.

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