Hace mucho tiempo, la zona donde hoy están el Parque Hundido, la Nápoles, Extremadura y Nochebuena estaba prácticamente despoblada. Sólo habían algunas milpas y algunos caminos que la atravesaban, como los que iban del centro de la Ciudad de México a los pueblos de Mixcoac y San Ángel. Sin embargo, a principios del siglo XIX, la fisonomía de ese solitario paisaje cambió para siempre: se establecieron varias compañías ladrilleras para cubrir la demanda de ladrillo que requerían las nuevas edificaciones de la ciudad vecina. Y para realizar el proceso de extracción, moldeo, secado, cocción y traslado de ladrillos, estas compañías hicieron unos tremendos socavones en el suelo para sacar la arcilla que usaban en los ladrillos. Además, construyeron unos hornos enormes que parecían zigurats con sus chimeneas humeantes para la cocción del ladrillo.
El socavón
El ejemplo de La Compañía Ladrillera de la Nochebuena, la misma que le dio el nombre a la actual colonia, es ilustrativo. Cuando esta compañía llegó a la zona, hizo un agujero en la tierra para extraer la materia prima. Tras décadas de extracción, el hoyo se hizo tan grande que cambió las características topográficas de la zona. Y aunque la compañía cerró desde 1893, el hoyo quedó allí para siempre y hoy es parte del gran desnivel donde se encuentra el famoso Parque Hundido. Por eso el Parque Hundido está literalmente hundido.
De cómo un hoyo se convirtió en parque
Durante el Porfiriato, el socavón quedó abandonado. Con la llegada de la Revolución, algunos miembros de las clases acomodadas migraron de la ciudad de México a Mixcoac y decidieron embellecer los alrededores del pueblo. Mandaron, por ejemplo, plantar árboles en el socavón y así crearon el Bosque de la Nochebuena. Poco a poco, la mancha urbana absorbió el socavón y el bosque. A mediados de los veintes, por ejemplo, pavimentaron el camino rural que pasaba junto al bosque y pasó a ser la Avenida de los Insurgentes. Después, a finales de los treinta, el gobierno decidió convertir el bosque en un parque. Lo acondicionó con jardines, andadores, fuentes… Y lo bautizó como el Parque Luis G. Urbina, en honor al poeta. Hoy la ciudad lo ha envuelto completamente. Es increíble ver cómo el socavón arbolado está rodeado de edificios modernos y contemporáneos que conviven de manera muy extraña con el parque.
El collage extraño que es el Parque Hundido
El Parque Hundido es un collage extraño de objetos, intervenciones y mobiliario de distintas épocas. En sus más de 100 mil metros cuadrados encuentras “de chile, de mole y de manteca”. En 1973, por ejemplo, durante el sexenio de Luis Echeverría, el gobierno mandó colocar 51 replicas de esculturas arqueológicas organizadas en seis rutas de las civilizaciones zapoteca, olmeca, maya, totonaca y huasteca, y el altiplano. Estas piezas, incluyendo una gran cabeza olmeca, conviven lado a lado con estatuas de bronce más europeas y clásicas como la de Vicente Guerrero sobre su caballo y la de Dolores del Río. También instalaron en 1977 un reloj mecánico monumental de más de diez metros de diámetro que se convirtió en la insignia del parque. Fabricado por Relojes Centenario (Zacatlán de las Manzanas, Puebla), su carátula está adornada con flores y plantas que se cambian de acuerdo con las estaciones del año. Hay además un audio-videorama con capacidad para 141 personas en donde se proyectan videos y películas, y se hacen conciertos de música en vivo. Alrededor del audio-videorama hay unos preciosos conjuntos de bancas minimalistas, probablemente sesenteras, en medio de vegetación selvática. También hay intervenciones más contemporáneas como un área de juegos infantiles de plástico, pistas para correr, área para hacer ejercicio, sección para soltar a los perros y muchos letreros de mal gusto de la Delegación Benito Juárez dando indicaciones innecesarias a los visitantes.
El gran socavón con su bosque arbolado sobrevive al tiempo y se ha convertido en un pequeño pulmón de la ciudad. Hoy puedes bajar al fondo a pasear a tus mascotas, a hacer ejercicio, a llevar a los niños a los juegos infantiles o a coquetear con tu pareja.