La Santa María la Ribera es el lugar de varios propósitos discretos. Algún restaurante especial, un taller que hace zapatos a la medida, un museo dedicado a las formaciones rocosas… todos con la misma sustancia del perfil bajo y las cosas que suceden a puerta cerrada, sin mucho alboroto. Taller Mono Rojo es parte de ese flujo discreto que ilumina la colonia. Está a la vuelta del mercado de La Dalia en una callecita tranquila y dentro ronda el feliz desorden de los ceramistas.
Hiroshi Okuno y Olmo Uribe están al frente del taller. Se dedican a hacer objetos directos y transparentes en su función. Además hermosos. Olmo es artista y su especialidad es la pintura y la de Hiroshi la cerámica. Empezaron el taller Mono Rojo en el 2012, justo por estas fechas, en la casa de la familia de Olmo en la Santa María. La cerámica ocupa gran parte de la casa en la que Olmo sigue viviendo con Hiroshi como vecino.
Del arte milenario de la cerámica japonesa Hiroshi tomó la técnica que aprendió desde joven en Japón, pero se dejó llevar por los materiales nuevos que conoció al llegar a México en el 2009. Barros de Tlaxcala, Cuernavaca, de otros lados; diferentes minerales que puede mezclar para experimentos y combinaciones en sus platos, tazas, vasos y pequeñas esculturas. La línea entre el arte y el diseño no tiene porque definirla, pues considera más importante las formas orgánicas, colores libres y figuras que dejan adivinar otras cosas. Sin importar si la pieza es un plato o una escultura.
Al taller Mono Rojo lo que más llega son pedidos de restaurantes. Su trabajo discreto engaña pues hay piezas de este taller en muchos lados. Algunos de nuestros favoritos tienen platos, tazas, vasos o detalles de Hiroshi y Olmo: Rokaï, Pujol, Bósforo, Mog, Taro, Wan Wan Sakaba, son sólo algunos. También dan clases de cerámica los lunes y fines de semana en sesiones de tres o cuatro clases, que te aseguran salir con piezas hermosas creadas del amasado al horno. Por el precio incluyen todo el material.
Para visitarlos uno tiene que escribirles y en realidad el único requisito es que Olmo o Hiroshi estén. El taller no era un espacio de exhibición –tenían pequeños estantes en un hueco bajo las escaleras con algunas piezas a la venta y la opción de hacer pedidos específicos– pero ahora, convirtieron una hermosa habitación de la planta alta en un showroom con las pinturas de Olmo y la cerámica de ambos artistas. Pronto también organizarán exposiciones y mientras tanto, el espacio ya está disponible para visitas con previa cita a través de Facebook.
Uno también puede visitarlos para conocer al perro y los dos gatos que pasean a sus anchas por el taller. Para conocer a Olmo y a Hiroshi, que hablan quedito y te sirven té para recibirte. Para ver piezas hermosas que entren ganas de hacer unas también, pues parece ser buena manera de vencer el tedio y aprender de esa intimidad curiosa que nace de las cosas creadas con las manos.
*Manda un mensaje a su página de Facebook si los quieres visitar.
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