El miedo siempre nos juega mal: puede traicionar a la voluntad más ágil, conmocionar la iniciativa más fina o debilitar el músculo más entrenado. El miedo se embriaga de ansiedad y acaba por fracturar el sistema nervioso. Así le ha pasado tantas veces a México, hundido en miedos masivos, sobre todo en uno: el miedo a ser libre.

Entre el vapor cenizo del mezcal y una punzada temerosa por incierta, surgió una noche del verano de 2016 en un departamento de la San Miguel Chapultepec la idea de crear el primer equipo conceptual en el balompié masculino: La Santa Realidad F.C. (Futbol en Colectivo), conjunto que decidió encarnar sus miedos más oscuros para sudarlos y vencerlos en cada partido. Al reverso de las camisetas del uniforme no aparecieron nombres de pila, apodos o apellidos; en lugar de eso, cada jugador estampó su peor miedo. Pero, ¿cómo uniformar un miedo?, ¿cómo uniformar al “Vicio”, la “Deuda”, el “Fracaso”…a la “Muerte”?

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“Le tengo miedo a la memoria”, dijo Mauricio, lateral izquierdo, “nunca se presenta tal como fue”.

La memoria no solo está amenazada por su detractor más común: el olvido, sino por falsos recuerdos, que, como decía Buñuel, la van invadiendo día tras día; se trata de una tentación que posiblemente sea la más sincera: la tentación de creer en la realidad de lo imaginario. De ahí se alimenta (y se vence) el miedo: de la imaginación, de la memoria, de la extrapolación, del drama que hay en la utopía, del silencio, de la ausencia, de lo oscuro, de lo-que-no-se-ve y de lo desconocido. Si no lo conocemos, lo imaginamos, para bien y para mal. Si lo desconocemos no lo podemos nombrar, no lo podemos controlar. Es la falta de control la que genera un vacío.

“No, mi miedo no es a la memoria”, rectificó Mauricio, “mi miedo es al olvido”. Y así se estampó su uniforme: OLVIDO # 7.

¿Cómo conocer el miedo?: nombrándolo; ¿cómo controlarlo?: uniformándolo; ¿cómo vencerlo?: jugando. En la cancha.

Foto por R. Elizalde

¿Acaso se vence a la realidad con tan solo imaginar otra posibilidad? Sí, así se empieza: con el sueño diurno, pero para meterle gol a la realidad hay que jugar con ella un juego cuyo proceso requiere tiempo, espacio y al otro. Entonces se crea la posibilidad de una nueva acción en la cancha en donde ambas partes están presentes y nada esconden; solo deben saber dirigir la mirada hacia lo inédito en busca de nuevas estructuras para vencer a la realidad monárquica que pareciera absoluta. No se trata de chingarse a la realidad, sino de desmenuzarla para ver en dónde le haría daño una jugada a balón parado.

Los miedos entonces se uniformaron de blanco y de negro: presencia y ausencia de color. El Futbol en Colectivo consiste en construir el gris que termine con la polarización, con los juicios morales del bueno y el malo, el bello y el feo. Jugar con la “Barbarie”, la “Mediocridad” o la “Indecisión” es poderlos tocar, criticar y aprender. La Santa Realidad F.C. (Futbol en Colectivo) logra un exterior a la vez íntimo. Juega con el otro equipo a través de sus temores como acontecimiento para entonces llegar a la valentía, que no es más que la conciencia y el control de nuestros más profundos miedos. Una práctica para escuchar a Saratustra cuando hablaba del niño como afirmación a la vida.

*La Santa Realidad F.C. (Futbol en Colectivo) existió de agosto de 2016 a junio de 2018. Jugó un torneo largo en la liga de los viernes de fut 7 en Villa Olímpica (donde perdió la final) y tres torneos cortos en la liga de los viernes de fut 9 en La Fragata Coyoacán (en donde obtuvo un tercer lugar y fue eliminada dos veces en cuartos de final).

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