El término ‘bauhaus’ evoca un estilo bien definido de arquitectura y diseño. Muebles con estructuras tubulares, colores primarios y cierta tipografía, o edificios voluminosos con acabados minimalistas. Pero antes de ser una corriente arquitectónica, la Bauhaus fue una escuela, un tanque de ideas y un fascinante laboratorio de arte moderno y diseño. Ahorita llegó una exposición al MUCA UNAM que se llama El mundo entero es una Bauhaus y vale la pena, sobretodo, por los excelentes textos de sala y la historia de los personajes que formaron parte de la escuela.
La Staatliche Bauhaus, es decir, la Casa de Construcción Estatal, fue la escuela de arquitectura, arte y diseño fundada por Walter Gropius en 1919. El proyecto tuvo una enorme influencia artística y arquitectónica en Europa que después se extendió al resto del mundo. De hecho, la evolución del Bauhaus a partir del modernismo alemán llegó a México con edificios como el Museo del Chopo o con los muebles Domus de Michael van Beuren.
Aunque solo duró 14 años hasta que fue clausurada por la Gestapo en 1933, la Bauhaus ha perdurado como idea, como estilo y como experimentación hasta la fecha.
El mundo entero es una Bauhaus resalta la fragilidad de la vida socio-política en la Alemania de los 1920 mientras nos muestra la imagen de una generación de artistas preparados para construir y defender una nueva idea de comunidad.
La muestra
La exposición se divide en ocho temas dispuestos en mamparas con fotos, pinturas y grabaciones de audio. “Pedagogía radical”, “La suspensión en el espacio” y “Obra de arte total” son algunos de estos hilos conductores. Además, hay maquetas y algunos objetos en vitrinas.
Más allá de rastrear esta tendencia estilística, el enfoque de la curaduría está en la dinámica interna de la que fue una de las escuelas de arte más importantes del siglo XX. Así, los textos de sala describen las diferentes etapas de la Bauhaus resaltando aspectos sociales como la relación cercana que se forjaba entre alumnos y maestros, o el significado de los cambios en su programa educativo.
La escuela
Varios artistas renombrados pasaron por las aulas de la Bauhaus. Por ejemplo, el grupo de profesores fundadores incluía a los pintores Johannes Itten y Lyonel Feininger, y al escultor Gerhard Marcks. En 1921 entraron Paul Klee, Oskar Schlemmer y Lothar Schreyer a dar clases. Y luego llegaron Wassily Kandinsky y el arquitecto Marcel Breuer.
La Bauhaus se centraba más bien en “talleres de diversas especialidades artesanas” como orfebrería, artes gráficas, tejido, encuadernación y cerámica. Luego agregaron los de pintura sobre cristal, escultura, carpintería y escenografía teatral. Con esta estructura disolvían la separación entre las bellas artes y las artes “aplicadas”.
El Jugendstil y el movimiento Arts and Crafts fueron dos de las corrientes modernistas que más nutrieron a la Bauhaus. En especial, ésta adoptó el postulado de “la forma sigue a la función” como guía central para la creación. Este privilegio a la funcionalidad del objeto se conecta con un afán por democratizar el arte, extenderlo a “las necesidades del pueblo”.
En fin, el Bauhaus fue un proyecto muy controversial. Pero sólo así pudo reunir el ímpetu histórico para llegar hasta nuestros días, vigorosa y heterogénea. Entre sus logros está el haber erosionado aquella jerarquía entre las artes que perpetúa la separación entre clases sociales. Quedan, por supuesto, los edificios y los objetos, con su novedad gastada. Pero vale recordar, por encima de todo, el espíritu lúdico, experimentador y optimista de los que estudiaron y enseñaron allí.
Vayan a la muestra, vale la pena.
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