El edificio que alberga el Museo del Chopo hoy es único en su especie. Su estructura Jugendstil alemán (art nouveau), prefabricada y desarmable, ha tenido cuantas vidas un pabellón puede tener: fue cuarto de máquinas de una metalúrgica en Alemania o espacio para exhibiciones comerciales, tanto e Alemania como México. Acá todos le llamaban Palacio de Cristal y su episodio más memorable fue como Museo de Historia Natural, lleno de catálogos de especies biológicas y de zootecnia.

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Vitrinas de la colección minerealógica hoy en el Museo de Geología UNAM.

Antes de este Museo de Historia Natural existió el Gabinete de Historia Natural, que, más que un museo, era una colección de objetos que provenía de hallazgos de la Corona Española o hasta prehispánicos. El primer espacio físico para resguardarlos fue fundado en 1790 en la calle de Plateros (hoy Madero). De ahí pasaron por lugares como el Colegio de San Ildelfonso o la calle de Moneda.

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Foto sacada de el libro “Érase una vez un museo”.

El Museo de Historia Natural llegó al Chopo en 1913, pero quizás lo más espectacular llegó en 1930, cuando, según algunas fuentes, este museo ya recibía aproximadamente 1200 visitantes diarios: Louise Carnegie, la viuda del magnate estadounidense Andrew Carnegie, donó una réplica del Diplodocus Carnegii que fue los siguientes 40 años todo un espectáculo para los visitantes.

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La ballena que colgó del techo del museo.

Las malas condiciones del edificio y la colección ocasionaron que el museo cerrara en el año 1964. Tras su clausura, los objetos que allí vivían encontraron su lugar en otras partes: algunas vitrinas de la colección mineralógica son ahora parte del Museo de Geología, al igual que el esqueleto de mamut  que hoy nos recibe. La réplica de dinaosaurio ahora vive en el Museo de Historia Natural y el destino de la ballena que colgaba del techo es algo incierto.

 

*Con información de Érase una vez un museo. Apuntes históricos para el edificio y Museo Universitario del Chopo (2014).

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