Luis Buñuel encontró en Polanco un palacio casi perfecto para su película El ángel exterminador (por lo menos para hacer las tomas exteriores y las del vestíbulo principal). Y es que la mansión que Maximino Ávila Camacho (hermano del expresidente) había mandado a construir entre 1942 y 1944 era el escenario más aristócrata posible en la Ciudad de México para ambientar la trama.
La trama de la película ya es un clásico: un grupo de altos burgueses acude a una cena en un palacio y se quedan atrapados dentro de sus paredes debido a fuerzas inexplicables. Ante una situación límite que se vuelve cada vez más claustrofóbica y desesperante, los asistentes a la cena pasan de sentirse cómodos a padecer hambre, sed, falta de higiene, cansancio, angustia y dolor, al punto de pelearse por el agua, comer papel y hacer otros actos desesperados para sobrevivir. De la misma manera, pasan de ser gente civilizada y de buenos modales a mostrar el peor lado de su naturaleza humana: se desesperan, se agreden y enloquecen, muestran sus fobias, manías y debilidades. En contraste a su vida anterior, ahora “la grosería, la violencia y la suciedad” son sus compañeras inseparables.
El ángel exterminador en Polanco
Buñuel filmó El ángel exterminador en 1961 con el productor Gustavo Alatriste, el director de fotografía Gabriel Figueroa y los actores Silvia Pinal, Claudio Brook, Enrique Rambal, Jacqueline Andere y Ofelia Guilmain, entre otros. Y aunque Buñuel ya había filmado exitosamente aquí su película Los Olvidados en 1950, dicen que el director lamentó profundamente filmar El Ángel Exterminador en México, pues tenía un presupuesto limitado y la imaginaba mejor en Paris o Londres, donde hay “verdaderos” palacios y “auténticos” aristócratas. Se quejaba, según Arturo Ripstein, de que los actores mexicanos “ni siquiera sabían cómo usar un frac”.
Pero la mansión de Maximino en Polanco se acercaba lo suficiente.
Los mismos arquitectos de Los Pinos
Maximino era un político y militar de mano dura. Fue gobernador de Puebla y Secretario de Comunicaciones y Obras Públicas durante la presidencia de su hermano. Como claramente tenía aspiraciones presidenciales, se mandó a construir esa residencia digna de un presidente. No es casualidad que haya contratado a Manuel Giraud Esteva y a Fernando Parra Hernández para que la diseñaran y la construyeran, pues ellos eran los que habían diseñado la residencia de Los Pinos unos años antes.
Era prácticamente un palacio en un lote que ocupaba media manzana y que medía un total de 5400 metros cuadrados, con un gran jardín y una fuente oval al frente. Tenía un gran pórtico que daba acceso al vestíbulo principal. El gran hall (que sale en la película cuando llegan los invitados a la cena sin saber que es lo que les espera) tenía piso y columnas de mármol, una escalera ceremonial y un espléndido candil de cristal colgando del techo. Además de las habitaciones, contaba con un comedor de protocolo, una biblioteca, un salón de música, y un sótano con barbería, boliche y sala de cine.
Las modificaciones al palacio
Cómo era de esperarse, Maximino inauguró su mansión con una fastuosa celebración en 1944. Sin embargo, un año después murió (por envenenamiento, según los chismes) y la casa pasó a las manos de la familia Jáuregui. Después la compró el general Raúl López Sánchez, gobernador de Coahuila y secretario de Marina durante el sexenio de Miguel Alemán Valdés. A finales de los sesenta, la esposa del general dividió y vendió en lotes el jardín para construir casas y departamentos. Aunque la mansión quedó íntegra, en ese momento se perdió todo el jardín frontal, con sus más de 2000 metros cuadrados. La mansión quedó aprisionada en medio de la manzana y dejó de verse desde Homero. Por eso hoy mucha gente piensa que la casa ya no existe.
Desde entonces, la mansión pasó por varios dueños. Se convirtió en sede de una productora de cine, en las oficinas de Yves Rocher y en el centro de capacitación de la compañía de seguros Met Life. En 1983 volvió a ser escenario de otra cinta El juego del halcón (The Falcon and the Snowman) con Sean Penn y Timothy Hutton, donde aparece como sede de la embajada de la URSS.
La mansión del El ángel exterminador hoy en día
Aunque ha sido sometida a varias modificaciones, en realidad la mansión había sobrevivido casi intacta hasta el año pasado. Desafortunadamente en el 2016 la adquirió un grupo de inversionistas con la idea de densificar el predio y d construir otro más de esos monstruosos complejos de departamentos que están matando Polanco.
Apachurraron el palacete entre dos estructuras de concreto y asediaron la propiedad con una grúa, vallas metálicas y publicidad por doquier. Y aunque pretendan, cómo está de moda, dejar intacta la fachada, sabemos que al final van a matar el espíritu y la historia de la vieja casona y que sólo va a quedar de pie el puro cascarón. Pero para eso tenemos los testimonios en película.