Lo mejor que uno puede hacer cuando escucha “¡Llegó el Zacahuiiil!” es no dejarlo pasar. Antes sólo algunos restaurantes de la ciudad vendían este enorme tamal al horno, pero ya hay voceros que los venden por las calles en un carrito, gritando esa frase de largo aliento y a todo pulmón. (En Local.mx es uno de nuestros sonidos favoritos; pasa los viernes y todos lo esperamos asomados por la ventana).

Pero los que compramos zacahuil de carrito sabemos que es una versión miniatura del gigante original, típico de comunidades de la región Huasteca.

zacahuil

Preparación

Su nombre viene del náhuatl y significa “bocado grande”, lo cual le queda perfecto. El zacahuil original mide entre 1 y 1.5 metros de largo. De hecho es lo suficientemente grande para tener un guajolote, un cerdo o varios pollos enteros dentro. Para prepararlo se reúnen varias personas y cada una de ellas se encarga de una parte específica. Cocinar la salsa de chiles secos, cortar la carne en trozos o envolver el tamal con las hojas de plátano y amararlo con mecates gruesos y alambres para que no se deshaga. Absolutamente todos tienen una tarea específica.

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Para cocinar el zacahuil es necesario un enorme horno de leña, el cual cavan dentro de la tierra para que guarde bien el calor. Al sacar el enorme tamal del fuego, se retiran el mecate y el alambre para dejar al descubierto su suave contenido rodeado por una costra de masa chamuscada llamada pegado. Hay quienes prefieren comer esta cortesa por separado, pero se puede disfrutar junto con la parte blanda. Como sea, el zacahuil es delicioso, sobre todo combinado con chiles encurtidos y una taza de café.

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La historia del zacahuil

Su tamaño se justifica porque en la zona de la Huasteca sirve para alimentar a los invitados de fiestas de XV años, bodas, bautizos y funerales. Un solo zacahuil alimenta a 70 personas. Pero la leyenda también tiene un lado oscuro (o acaso justo). Quienes lo preparan dicen que el primer zacahuil estuvo relleno con la carne de un líder mexica llamado Quimichtín y apodado Huehutli (que significa “viejo libidinoso”).  Como las mujeres fueron quienes más sufrieron durante los ataques de Huehutli, ellas se comieron el tamal para recuperar su honor.

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