Hay un número ridículo de ferias de arte al año. Art Fair Service enumeró en un calendario todas las de este año –169– sin incluir países africanos, asiáticos o latinoamericanos, con los que el número podía duplicarse. Duplicando, resultaría que hay 338 ferias de arte al año. Casi una al día. Esos ejercicios ansiosos por vender son, en palabras de Artemio, “el lugar más excluyente para el artista. Lo que está ahí es exclusivamente para una operación mercantil”.
Su nueva exposición, La hoguera de las vanidades, cuestiona esos micro universos de poder y privilegio de la forma ideal (y más irónica). Construyendo su propia feria de arte en miniatura.
La “Contemporary Art Apart Fair” (CAAF/CDMX 2019) es una instalación en la galería MACHETE en la que Artemio replicó, a su escala mínima y perfecta, una feria de arte contemporáneo como cualquier otra, llena del arte y las personas genéricas de ese extraño universo, que él conoce muy bien. 162 artistas, 331 obras y 48 galerías divididas en tres secciones: las mainstream, grandes y al centro, naturalmente; galerías clase media y sus artistas medianamente conocidos; galerías emergentes con sus artistas pobres.
Para llenar todos los booths, Artemio pasó casi un año navegando el universo mágico de las papelerías, fabricando esculturas experimentales y terribles para unas galerías o replicando Baldessaris para otras. Hay mucho hecho, pero también mucha de la gracia fueron los hallazgos de cosas que, en la escala de lo pequeño, parecieran miembros naturales de cualquier feria de arte. Así es como acabaron en exposición un envoltorio de pastillas enmarcado y un objeto rojo para poner cepillos de dientes.
La mayoría de obras provienen de la imaginación de Artemio, aunque algunos booths son aportaciones de otras personas, desde amigos, hasta los hijos de amigos. (Una de ellas es la autora de los gatos de colores chillantes en una de las galerías).
Las pequeñas y estilosas personas que observan son los coleccionistas, curadores y galeristas con expresiones concentradas; tomando selfies u observando con atención una pintura. Afuera de las cajitas de cristal que contienen las maquetas, está el público. Personas grises sin rostro que no participan en el juego, tal como los artistas, ausentes en la feria. Los menos importantes.
Observando con atención, todas las escenas de La hoguera de las vanidades son posibles. Las obras y los personajes son moldes replicables en cualquier otra feria, que al final resulta siempre ser muy parecida a la anterior. Ese modo de manufacturar el arte es parte de otro proyecto de Artemio llamado ARTDEFACTO: una compañía que hace arte contemporáneo por encargo en las categorías de genéricos, similares e inéditos.
La idea lleva un rato cocinándose en la mente del artista, que después de este ejercicio tan libre de hacer algo similar a escala, cree que la empresa puede funcionar. Así que pronto uno podrá pedirle por encargo una pieza minimalista. También un Orozco, un Baldessari… O algo que se le parezca.
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