15 fotos nos cuentan la historia de los taxis de la ciudad
"Cocodrilos" verdes con triángulos negros y blancos, "cotorras", "camarones" o los "Iron man", rojos y dorados. Todos forman la historia de los taxis que han recorrido esta ciudad.
"Cocodrilos" verdes con triángulos negros y blancos, "cotorras", "camarones" o los "Iron man", rojos y dorados. Todos forman la historia de los taxis que han recorrido esta ciudad.
Bajo varias colonias existieron necrópolis, cementerios enormes que enterraron a los muertos locales y fueron enterrados a su vez por edificios y calles.
Sadi Carnot es una calle afortunada y llena de historia. En las cuatro cuadras quedan edificios y residencias que recuerdan el antiguo esplendor de la colonia.
En la Plaza Santo Domingo en el centro hubo escríbanos que escribían cartas de amor comisionadas por analfabetos o tímidos.
Un amigo de mi padre, el exjugador José Luís “Pareja” López, me hizo una pertinente observación: “te hace falta cancha” y me recomendó un equipo en donde podría adquirirla: el Fátima, nombrado en honor a la virgen que ayudó a mantener con vida al padre del entrenador después de un accidente de tranvía.
Esta ciudad –dice Ibargüengoitia– es como la metáfora del bebé que creció y creció hasta que degeneró en una adorable monstruosidad.
Quedan pocas mesas de ajedrez en los parques públicos de la ciudad. Y las que hay están solitas, a la intemperie, esperando.
El celular me despertó a las nueve de la mañana. Era Morris. ¿En dónde estás?, preguntó molesto. Faltaban 15 minutos para el inicio del partido.
Cuando el paisaje urbano es desolador pensar en las Torres de Mixcoac es un respiro de equilibrio, el de lo funcional y lo estético de esos edificios bicolores, con jardines impecables y esculturas. En el temblor del 85, dicen, "ni se les fue la luz".
Un recuento fotográfico desde que el Estadio Azteca se inauguró a las 12pm del 29 de mayo de 1966 con 105,000 personas congregadas para el partido inaugural: Club América contra el Torino Futbol Club de Italia. Desde entonces todos estos momentos históricos, raros, han pasado allí.
La cancha se divide en tres partes: Callejón Sur, Callejón Norte y Glorieta. La Glorieta es un espacio circular (el único del campo en el que es posible ver las dos porterías) de cuatro metros de radio situado en donde los callejones se bifurcan. Ahí ocurren los pasajes propiamente futboleros.
Un papá juega con su hija en un parque, una familia pasea en la Alameda y otra más posa frente a una fuente. Esta galería es una revisión de momentos muy sencillos, quizá evidentes, de la familia mexicana. Razón de sobra para sentirlos más cercanos.
Siente antojo de suadero, pero la prisa puede más que el hambre. Va tarde.
En México, el cultivo del café comenzó en 1790. El Café Manrique fue el primero en abrir, en 1789. Allí además de café, se servía muy rica nieve de leche; porque los cafés eran al mismo tiempo neverías. En estos lugares que ya no existen se cultivó la vida social y la bohemia nacional.
En los boletos del metro está la historia de los 57 años del mercado de la Merced, de los mundiales a los que hemos ido, los artistas que han cumplido 100 años de vivos o de muertos... Todo en 5.5 centímetros de papel que a diario se expiden por millones.
Tirar bajo la certeza de que un gol significaba haber conseguido algo sobrenatural y maravilloso.
Ciudad de México en el Tiempo es una de las cosas más relevantes que le han sucedido a la memoria de la ciudad. En esta página vive un archivo de más de 80 mil postales de la ciudad. El generoso proyecto existe gracias a los cronistas Carlos Villasana y Rodrigo Hidalgo.
Hay nieve en Avenida Cuauhtémoc y una familia paseando a sus guajolotes en la Avenida Álvaro Obregón; la fotografía de un edificio tan pero tan hundido que alguien pensaría que es un fotomontaje. Estas son algunas rarezas de nuestro querido gabinete.
Antes había muy poquito, es más, había casi nada. En estas fotografías, la mancha urbana que llamamos Ciudad de México parece un escenario de ciencia ficción. Ahora hay mucho, es más, demasiado.
También conocido como El Palacio de la Locura, La casa de los locos o Locópolis, el manicomio La Castañeda fue un recinto del tamaño de una pequeña ciudad que albergó a todos los "locos" de la ciudad de México.