Patti Smith viene a México como parte de Sonora 128 –el programa de arte público de kurimanzutto– a presentar Sesiones del Café La Habana, una serie de piezas que van a intervenir algunos rincones de la ciudad. Habrá un foto-poema en el espectacular de la Condesa (Sonora 128) con un número de teléfono al que uno podrá llamar para escuchar de la propia Patti Smith un fragmento del poema; además, tendrá una exposición de fotografías en las paredes naranjas del Café La Habana y la lectura en voz alta de un poema dedicado a Bolaño.
Sesiones del Café La Habana es ella misma desmitificándose, son sus gustos, su cotidianidad, sus temas recurrentes: sesiones de café y literatura…
Más que un lugar, un café es un estado de ánimo. Un café, para Patti Smith, la poeta, artista y cantante, es un espacio (no sólo físico) donde se hacen las ideas y donde se conjuga la colectividad y la soledad, el discurrir diario y la abstracción del pensamiento. Un café es una paradoja: uno va a estar solo entre los demás. Es un limbo entre lo público y la intimidad. Y esto bien puede ser un estado de ánimo.
El espectacular de Sonora 128, que permanecerá hasta noviembre de este año, tendrá escrito una suerte de poema fotográfico que dice: “Individuo ¡presente!, Pueblo ¡unido!”. Debajo de estas frases, un 01800 al que uno podrá llamar a cualquier hora del día y escuchar, de la voz de Patti Smith (!), una sesión del Café La Habana en la intimidad…
Si el proyecto de Sonora 128 ya trastocaba la esencia del espectacular publicitario al mostrar arte, Patti Smith ha llegado para revertir el espectacular en general ––Esos gigantes, democráticos por naturaleza, que a diario nos acechan son democráticos. En un espacio y tiempo determinado a todos nos habla por igual. Pero la soberanía que supone la democracia no la usamos: el espectacular nos es dado, nos es impuesto. Es un encuentro anónimo y azaroso. Pero esta vez, Patti Smith lo baja a las calles para activarlo desde el auto, desde el parque… De cierta manera, ella también pretende desmitificarse en nuestro imaginario. Volverse humana.
En su libro autobiográfico M Train, Patti Smith ya reflexionaba sobre el café. El relato transcurre en varias cafeterías donde Smith (en cafeína) imaginaba, meditaba y escribía… Entre sus obsesiones está Roberto Bolaño, y es bien sabido que en México este escritor –que escribía con las vísceras y cafeína– frecuentaba el Café La Habana, en la Juárez.
Las paredes del bodegón que es el Café La Habana murmullan anécdotas de la historia y la literatura, estas intervenciones son un canto. En sus mesas de formaica y madera Fidel Castro y el “Che” Guevara fraguaban derrocar a Batista. García Márquez y Octavio Paz fueron visitantes asiduos (donde sus fans los acechaban desde los ventanales). Pero fue Bolaño quien terminó por mitificarlo con Los Detectives Salvajes, donde Mario Santiago Papasquiaro y otros infrarrealistas anónimos pasaban tardes enteras de café con leche y poemas en servilletas.
No sin algo de nostalgia, Patti Smith entreteje la memoria moderna y romántica del café con sus propios recuerdos, y los esboza en una serie de fotografías que colgará en los rincones del Café La Habana, evocando así un viaje por el paisaje mental: como un detective de la herencia artística.
Además, El 2 de septiembre en Casa del Lago, Patti Smith leerá Hecatomb en público, un poema de cien versos en memoria de Roberto Bolaño, de su obra maestra 2666 y del sacrificio ritual de cien bueyes que Bolaño recreó en su novela Amuleto.
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