Si hay un barrio en la ciudad que vale la pena recorrerse a pie es la Tabacalera. Sólo andando por sus callejones angostos y banquetas maltrechas uno puede comprender esta colonia con sus grandiosos edificios históricos y a la vez tan cambiante. Andar aquí es un ir y venir entre el pasado y el presente.

tabacalera con club travesías

Alrededores del edificio de la Lotería Nacional

Hace algunas semanas, los socios de Club Travesías tuvieron la oportunidad de caminar esta colonia guiados por el historiador de arte James Oles. La experiencia inició en el Museo Nacional de San Carlos, antiguo Palacio del Conde de Buenavista, entre los límites de la Tabacalera con la Guerrero, que alberga una de las colecciones más exquisitas de pintura europea de los siglos XIV a XX en México. Antes de convertirse en museo, el edificio fue sede de la Tabacalera Mexicana Basagoiti Zaldo y Cía. A sus alrededores vivieron obreros de esta empresa que en su momento dio nombre y forma a la colonia.

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Museo Nacional de San Carlos

Nos dirigimos después al Monumento a la Revolución, y durante el traslado descubrimos otra parte de este barrio donde cohabita lo grandioso con lo sencillo. Sus callejones con fondas, bodegas de periódicos, abarrotes y casas de diferentes arquitecturas, cada una con su propia historia, son los intersticios que revelan las historias que subyacen en esta colonia, como los hoteles que con el tiempo se han convertido en alojamientos de paso. Nos detuvimos frente a un modesto edificio en el que hay indicios arquitectónicos de Luis Barragán, teoría que todavía no se confirma. Dicho espacio fue el último estudio de Orozco* y hoy en día aloja un refugio para migrantes.

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Monumento a la Revolución

Llegamos a Plaza de la República, donde se encuentra el Monumento a la Revolución, que alguna vez fue parte de un plan más grande: Oles explicó que su estructura es una cúpula de lo que originalmente sería un soberbio palacio legislativo de la época porfiriana, planeado como un edificio más grande que el Capitolio de Washington D.C. El proyecto se truncó debido a la Revolución mexicana y fue hasta 1938 que, en un esfuerzo del gobierno por recuperar edificios históricos, lo convirtieron en lo que es hoy: un gigante de acero y piedra que, según el experto, además de conmemorar este episodio histórico es una alegoría de la filosofía priista.

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El retrato de la burguesía

Seguimos hacia Antonio Caso 45, la sede del Sindicato Mexicano de Electricistas, un edificio funcionalista que alguna vez fue un epicentro político. Éste alberga “El retrato de la burguesía”, un mural colaborativo de Siqueiros que hasta el momento era desconocido para todos nosotros.

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La especial de París

El recorrido de la colonia terminó en La especial de París, una heladería que pronto cumplirá cien años y cuya nieve de vainilla es, para muchos, la mejor de la Ciudad de México.

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* Texto actualizado el 21 de diciembre por un comentario de Gerry Munnoz (fue el último estudio de Orozco, no Siqueiros).