Esta ciudad tiene muchas especies de fantasmas. Una de ellas son los gatos que “trabajan” en los edificios del Centro Histórico. En el Jardín de la Emperatriz del Palacio Nacional, por ejemplo, hay al menos 20 gatos que deambulan por los espacios y ahuyentan plagas oriundas de las coladeras, que son otra especie de fantasma.
Los veladores humanos de estos edificios toman a los gatos como compañeros o colegas del silencioso trabajo que les toca hacer. Incluso es probable que los gatos sean los habitantes más queridos en los edificios gubernamentales de la ciudad. Hay personas que a pesar de su jubilación siguen yendo a visitarlos y a dejarles de comer. La antigua encargada de limpieza en el Palacio Nacional, por ejemplo, lleva 19 años regresando a alimentar a los felinos.
Al Palacio Nacional llegaron los gatos por partes. Pulgas es una gatita que llegó en 2015 y debe su nombre a los insectos que invadían su cuerpo cuando la encontraron. Otros se llaman “Mamá” y “Papá gato”, y son los más longevos de la familia. Muchos de los gatos del palacio son hijos de este par.
Hay rumores de que quieren dormir a esos gatos, pero además de la ex empleada que les lleva comida periódicamente, otros empleados del recinto los cuidan y ven por su salud. De hecho, apenas comenzaron los preparativos para que el personal de la Facultad de Medicina Veterinaria de la UNAM vea por su salud.
En la Cámara de Diputados vive Gótica, la única mascota del edificio. Es muy amistosa y cuando alguno de los empleados come le dan un bocadito para probar.
La Catedral Metropolitana también tiene algunos animales nocturnos. A menudo descansan en el jardín de la Cruz de Mañozca —el que uno puede ver cuando camina del lado del Templo Mayor. Su zona de trabajo durante la noche cambia. Cuando la catedral cierra sus puertas, van a buscar ratas o cucarachas al frente del edificio, exactamente donde están los bloques de cantera grabada con motivos prehispánicos.
Entre las escaleras del antiguo Palacio de Lecumberri rondan al menos 50 gatos que protegen los documentos del Archivo General de la Nación.
En el MUNAL son más estéticos que en ningún otro lado. Se les ve, negros, sentados en las escalinatas mirando los elevadores o quién sabe que cosa mirarán. Es casi seguro que en otros edificios estén trabajando otros gatos que no buscan otra cosa más que refugio. O un palacio.
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