En la Santa María la Ribera, La Oveja Negra es un protagonista histórico, y eso es mucho decir. Comparte un espacio no mayor de tres cuadras con lugares como la cantina El Paraíso, los Pollos Ray, la primerita Casa de Toño, la salchichonería La Esperanza y, por si fuera poco, el mercado la Dalía con sus cecinas de Yecapixtla.
El restaurante tiene más de medio siglo, solo abre de jueves a domingo y nunca ha aceptado tarjetas de crédito. Es posible que haya que esperar un poco, pero al ser tan grande el inmueble el tiempo de espera es muy corto. La Oveja Negra habita una casona pesada de arquitectura porfiriana típica de la zona, con ventanas alargadas y remates de piedra. Aunque bastante modificada para poder brindar el servicio, aún conserva algo del estilo original, por lo menos en su exterior. Dentro, el lugar es un menaje de estéticas que combaten entre ellas, pero que sin embargo dan el mensaje correcto: antojitos mexicanos. Está el salón principal de la planta baja, generalmente abarrotado, en el que uno tiene acceso visual a la cocina y a la barra; un primer piso que es más bien una doble altura (algo desangelado) y un patio que es también área de fumar y descontextualiza un poco la zona porque se asemeja a algo más propio del sur de la ciudad.
Menú en La Oveja Negra
El Plato Oveja es muy popular, incluye chorizo, queso, chicharrón y guacamole, perfecto para taquear y compartir. Hay nopalitos aztecas y champiquesos para quienes prefieren alimentos más ligeros. Pero como en muy pocos lugares, la Oveja tiene dos tipos de pancita; roja y blanca (ambas sobresalientes), pero por su falta de oferta en la ciudad, la popular es la pancita blanca (casi verde). Otros platillos principales son el mixiote con carnero, las pechugas hidalguenses y las carnitas por taco o por kilo y a precios muy justos. Aquí uno pide tortillas hechas a mano y por 5 pesos son ilimitadas. En el menú todo es vasto y rico, sin embargo el lugar le debe su fama a la barbacoa de carnero al estilo Hidalgo, su mayor virtud y por lo que la gente regresa. Se dice fácil, pero es de dominio publico que la mayor concentración de oferta de barbacoa y birria en la ciudad se encuentra en este cuadrante de la Santa María la Ribera.
La barbacoa de la Oveja Negra es hecha en horno, se puede pedir maciza (que es generalmente espaldilla), pierna o un mix de lomo-costilla-espinazo. Para la gente con gustos menos ordinarios, también hay barbacoa de cabeza que se ofrece a partir de los 100 gramos y puede incluir cachete, ojo, lengua y sesos, todo sujeto a disponibilidad. La carne de la Oveja Negra es muy suave y, además de al horno, sigue la tradición de cocción lenta en penca de maguey. Casi se deshace en el taco la carne que al servirse aún desprende vapor. Para acompañar tienen dos salsas, la regular de chile verde y la salsa borracha, obligada en un buen taco de barbacoa –que se debe acompañar de consomé con garbanzos y arroz–.
Su refresco de manzana hecho en casa
En cuanto a bebidas, es también un lugar especial: venden buen pulque y curados, además de su famoso clericot familiar con vino rosado. Pero lo que los hace únicos es su refresco de manzana de la casa: fresco y con dejo de sabor a tepache.
A la Oveja Negra vienen muchos vecinos, pero los fines de semana hay gente de toda la ciudad (tienen un estacionamiento enorme). Por lo general son mesas grandes, con familias muy grandes que hacen largas sobremesas aprovechándose del buen ambiente. Para vivir la Oveja Negra al máximo hay que venir en fin de semana; a ratos hay mariachi y a ratos hay dúo versátil que hace recorridos que van de Caifanes a Selena, pasando por José Alfredo Jiménez y Juan Gabriel. La Santa María es un barrio que nos da bienestar visual, histórico y gastronómico. Siempre es un placer pasear por Sabino y darse cuenta que la Oveja Negra sigue ahí.