A pesar del negro estigma que ha cargado desde hace décadas, la Colonia Obrera fue en su momento el centro nocturno predilecto de los citadinos. Entre el baile cabaretero, las pulquerías y las cantinas, nuestros bisabuelos pudieron haberse pasado las noches entre las calles de esta colonia popular, que hoy parece querer volver a aquellos días en los que el pecado era su especialidad. La diferencia es que ahora el pecado de la Obrera es la versión más pura de la glotonería y la vanidad; el tianguis nocturno de la Obrera es una extravagancia de comida callejera y puestos de uñas.

tianguisobrera

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El tianguis de la Obrera ha sido impulsado, creado y reproducido por el barrio mismo. Los vecinos de todas las calles de la colonia acuden en las noches a la calle de Bolívar a la altura de Roa Bárcenas y caminan entre puestos hasta Manuel Payno. Los puestos, desde luego, se extienden por otras calles llevados por su naturaleza entrelazada e informal.

Comer

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Allí, la variedad gastronómica es abrumadora. Uno encuentra los clásicos tacos banqueteros o al carbón, quesadillas fritas asadas de masa azul, hamburguesas, esquites, pozole, barbacoa, birria o mariscos y ostiones que merecen una nota por si mismos. Si uno no va por una cena en forma y más bien quiere picar, hay papas a la francesa, papas gajo, dorilocos, chicharrones preparados y alitas bbq. O los postres: frutas con crema, gelatinas, uno que otro helado trasnochado y platanitos fritos con crema y mermelada. A un lado está la panificadora El Sol o la pastelería D’Henaro, que vende ricos y clásicos pasteles.

Beber

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Para beber mientras uno echa el taco (o espera el taco) hay todo tipo de licores y menjurjes impíos que tienen como base una caguama bien fría. Está por supuesto el local de gomichelas y micheladas de a litro que es el más cotizado del mercado.

Lo extravagante del tianguis de la Obrera es que todo es de noche, todos los puestos están en su versión nocturna. Aquí no importan las reglas implícitas de que la barbacoa se come de día y el pastor de tarde. O que las panaderías o lecherías son madrugadoras. Todo abre sus puertas para consentir a los vecinos después de trabajar y antes de dormir. De hecho hay una señora que vende hierbas para dormir bien y las pasea por todo el mercado en un carrito de súper.

Belleza

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Pero lo verdaderamente simpático del tianguis es que la gastronomía desaforada se mezcla con infinitas estéticas y puestos de manicure y gelish a $100 pesos. Cientos de mujeres se forman para hacerse las uñas en los puestos callejeros. Y es que no hay mejor oferta calidad-precio que ésta.

Recomendamos mucho visitar este tianguis porque de un vistazo se ven las mejores versiones de la comida callejera y los fenómenos urbanos del momento. Mucha gente va a comer algo rápido y precopear en el barrio antes de irse de fiesta al centro (a 7 minutos en metro). Esta colonia popular es un espacio pujante, amigo y con mucho que ofrecer.

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