La comida italiana —en especial la pizza— es un favorito indiscutible. Con tantas opciones, es difícil escoger. Giovanni Festa, nuestro invitado, nos recomendó Dolce Maria, un híbrido entre fonda mexicana, menú italiano y buenos precios.
Comedor Internacional es una historia sobre personas de todo el mundo que vinieron a vivir a la Ciudad de México y sobre los sabores que más extrañan de su país. Es también un punto de encuentro entre la gastronomía global y los restaurantes que la preparan en su versión más auténtica.
Giovanni Festa nació en Nápoles, Italia, pero cuando habla es como si hubiera vivido en la Ciudad de México toda su vida. Entre frase y frase se le escapan, de forma muy natural, un ”chido”, un “güey” o un “chingón”. Llegó a vivir a México en octubre de 2013, como parte de una estancia de investigación, y sin saber español. Pronto lo aprendió de la mejor manera: escuchando y hablando. “A ustedes como mexicanos les gusta mucho platicar”, dice con una sonrisa. Y, para qué mentimos, a él también.
Nos reunimos en el restaurante Dolce Maria, en la colonia Modelo, cerca de los tacos de la Güera y de Paraíso Vegetariano. La recomendación es de un amigo suyo, también italiano, que suele ir más seguido a lugares de su país (Gio, en cambio, prefiere cocinarlos en casa o comer comida corrida). Dolce Maria es un híbrido perfecto entre fonda tradicional mexicana con opciones excelentes de menú italiano y buenos precios. Tiene dos plantas: abajo está el horno de leña e hileras de sillas y mesas y arriba hay una terraza que, en el momento de nuestra reunión, todavía tenía los adornos conmemorativos del Día de la Independencia mexicana.
Repasamos la carta y Gio propone el menú: una pasta penne alla carbonara y dos opciones de pizza: la tradicional Margherita y la de prosciutto e funghi, acompañado de un vino Montepulciano. Mientras esperamos la comida, Gio nos cuenta que, cuando se habla de pizza, hay dos escuelas de pensamiento: la napolitana (a la que califica como la verdadera), en la que “la pasta es gruesa, como suave y siempre con mozzarella de búfala”, y la romana, cuya masa es mucho más delgada y crujiente. Aquí en México, dice, la pizza la come casi en cualquier lugar y es bastante relajado con su juicio, pero cuando le preguntamos si ha ido a Italianni’s o si come pizza de Domino’s, se pone serio por un instante y dice: “No, nunca”.
A Gio le encanta probar y comer los platillos de cada lugar que visita. Si está en Mérida, por ejemplo, come cochinita. Y así sucede con casi todo lo mexicano. Prácticamente no hay nada que le desagrade de aquí: le gustan la comida —los tacos, el picadillo, las enchiladas—, las cantinas —una de sus favoritas está en Coyoacán y se llama El Frontón— y la música ranchera —se sabe unas de José Alfredo Jiménez y de Pedro Infante—, y disfruta conocer y caminar por los diferentes barrios de la Ciudad de México: Iztapalapa (donde vivió), Azcapo, la Doctores y Tepito. Una de sus calles favoritas es República de Cuba. “Hay mucha movida, muchos bares”, dice.
Su vida ha sido nómada. Nació en Nápoles, pero desde pequeño se mudó a Calabria, muy en el sur del país. Ya en la universidad, se fue a vivir a Bolonia, donde estudió la maestría y el doctorado. Actualmente, viaja entre Italia, México y Argentina, país al que se mudó en octubre de este año junto con su esposa mexicana, pero con la promesa de volver.
Mientras comemos, Gio nos comparte que imparte cursos de Historia de Crítica del Cine e Historia del Arte Moderno, además de que colabora para revistas académicas y de crítica cinematográfica. Ahora escribe su primera novela en español. Ese día, además, nos enteramos de una bonita casualidad: era su cumpleaños, por lo que aprovechamos este espacio para desearle larga vida a él y también, por qué no, a la comida italiana.
¿Cómo fue tu primer día en la Ciudad de México?
Lo recuerdo muy bien. Fue el primer viaje que hacía afuera de Europa, nunca había viajado por Latinoamérica y tenía mucha curiosidad. Fue impactante cuando el avión comenzó a aterrizar; lo que cuentan todos: parece un mar de plata.
Recuerdo que vivía en un hostal en el centro, por Isabel la Católica. Tenía la dirección escrita en un papelito y le señalé al taxi que me llevara. Era de noche y después me salí a tomarme unos shots de tequila en el bar de allí. Luego fui a la Plaza Mayor del Zócalo, se veía bellísimo iluminado.
¿Qué lugares recomiendas visitar en Italia?
Siempre aconsejo el sur de Italia. El tour que siempre propongo es que en lugar de subir, bajes hacia Nápoles, Apulia, que es muy bella, Sicilia, Calabria…
¿Has ido a lugares italianos en la ciudad que hayan sorprendido o decepcionado?
Seguro sí, pero no me acuerdo. En San José del Pacífico, Oaxaca, hay una pizzería muy buena, siempre le hago publicidad. En realidad la pizza la como en cualquier lugar.
¿Hay algo mexicano que no te guste?
[Lo piensa un rato largo.] Antes no me gustaba el chicharrón, ahora me encanta. No me gustaba porque vi cómo lo hacían. Un carnicero bastante warrior afuera de mi casa. Hay que tomar el agua del olvido antes de comer.
¿Le echas cosas a la pizza?
Los napolitanos encima de la Margherita le ponen más aceite.
¿Quién te enseñó el slang mexicano?
Cuando vine aquí, mis amigos de Azcapo, que eran los de más barrio, me dijeron que cuando no entendiera nada, mandara a la chingada. Luego me fui a vivir con mi esposa en Iztapalapa y conocí a todos los que vivían allá y también aprendí cosas. Podía salir a las cuatro de la mañana por una caguama y ya me conocían, me llamaban “el italiano”, “¿a dónde vas, italiano?”.
EL MENÚ SUGERIDO POR GIO EN DOLCE MARIA
Pasta penne alla carbonara (pancetta italiana, una yema de huevo, parmesano, crema, pimienta negra).
Pizza Margherita (resiste la tentación de ponerle salsa picante).
Pizza de prosciutto e funghi.
Vino Montepulciano.
COSTO POR PERSONA
360 pesos, en promedio.
TIP DE EXPERTO
Pide con cuidado: las porciones son GIGANTES (o haz como nosotras y llévate media pizza para compartir con todo el mundo).
Si quieres participar en Comedor Internacional (o conoces a alguien que quiera), escríbenos a [email protected].
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