La pastelería D. Henaro es entrañable para los vecinos de la Obrera. Hay una en la calle de Bolívar y otra que además de pastelería es cafetería, en la calle Vicente Beristain, saliendo de la estación Chabacano. Ambas tienen gelatinas y pasteles deliciosos y caseros, de muchos sabores y combinaciones.
Las dos casas pasteleras (o sucursales) llevan el mismo nombre y tienen los mismos productos. Los separan solamente seis cuadras, y es curioso, porque en las dos sucursales la relación que tienen con los vecinos es especial. Algo que no se ve en todas partes. Por ejemplo, el local de la calle de Bolívar suele estar llenísimo las noches de los jueves y fines de semana, cuando se pone el tianguis nocturno de la Obrera. O a la pastelería-cafetería en Chabacano van familias o personas solas a pasar la tarde tranquilos.
Todo es muy recomendable. Los clientes recurrentes dicen que no prefieren un sabor en especial. Pues la sorpresa de sus distintas combinaciones, dicen, es lo que más les gusta. Los más clásicos son pasteles como tres leches beso de ángel, capuchino o cajeta. O los pays de queso con fresas, zarzamora o con mezcla de frutos rojos. Desde luego que las tartas, los flanes y las gelatinas, bien hechos y sobre todo, caseros, son también muy recomendables. Otros favoritos son el pastel de amaretto, la gelatina de zanahoria o el pay de limón.
Ir a la pastelería D. Henaro es una buena experiencia no sólo por sus productos; los dos establecimientos son pequeños, pero tienen el encanto del tiempo. Los letreros de neón, colores y el alboroto de los clientes hacen que la fila de espera sea más ligera y hasta disfrutable.
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