Hay lugares a los que uno va poquito y solo en momentos especiales, para no agotar el sentimiento (y el presupuesto) de hacernos un regalo. Casi siempre son sitios entrañables, de olores deliciosos y luces cálidas, con buen servicio y comida deliciosa. Al menos así son los que pertenecen a nuestra lista:  7 restaurantes especiales de la ciudad a los que recomendamos ir poco, para cuidar el bolsillo, si, pero especialmente por que de vez en cuando es agradable ser ceremonioso. Los placeres esporádicos son hermosos porque llegan poco y se van rápido, así que hay que elegirlos con cuidado. Estos son algunos de los nuestros.

Maison de Famille

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Maison de Famille está en la colonia Roma y es entrañable por su sencillez elegante: buena comida francesa, bien servida y atención impecable. Recomendamos mucho pedir el paté de berenjenas, verduras y tapenade o el salmón ahumado con leña de mezquite, y especialmente, la tártara de filete de res. El postre más rico es (casi) definitivamente el mil hojas. Lo preparan al momento y el hojaldre es tan delgado que se quiebra apenas tocar el tenedor. Está relleno de una crema pastelera hecha con vainilla de Papantla y, aunque uno crea que está muy lleno, no puede irse sin pedirlo.

Bellinghausen

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Hace más de un siglo existe el Bellinghausen, y ha cambiado muy poco desde entonces. En este restaurante de la colonia Juárez se mantienen fieles a los principios de una cocina sencilla, que no es elaborada y pretenciosa. Las especialidades del menú son el filete ‘Chemita’, que consiste en el corazón de la caña del filete, “selladito” por fuera y rojo por dentro, bañado con jugo de carne y mantequilla, y acompañado con puré de papa y cebollitas a la francesa. También está el pescado Rodrigo, que es un robalo a la plancha, desmenuzado, salseado con cebolla, cilantro y salsa Maggi. En realidad todo vale la pena.

 

Roma Bistrot

Roma Bistrot

Roma Bistrot, del chef Joaquín Cardoso, tiene lo mejor de la esencia bistrot: cotidiano, sofisticado, informal y bueno. El lenguaje de la cocina francesa (la escuela de Cardoso), está por todos lados: en los vinos impecables, la coctelería clásica y bien hecha y los platillos sofisticados que tienen por aquí y por allá guiños a lo tropical, a lo caribeño. Digamos que es comida francesa (de la casual) felizmente tropicalizada. Se sirven, para empezar, moros con cristianos acompañados de una jaiba suave, pesca del día a la mantequilla de cítricos, brochetas de picaña o, el imprescindible, burrata de sofrito de jitomate y poro con un toque de comino.

 

Emilia

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Unas escaleras angostas e iluminadas con velas llevan a Emilia, un lugar íntimo y detallista. Su cocina es una deriva por ingredientes raros y especiales, que dan lugar a mezclas creativas. En una sola noche, probamos cosas como polvo de hongo, camarón de las profundidades, hormiga chicatana, perifollo (primo del perejil), ricotta fermentado en casa o helado de toronjil.  Todos los días el menú cambia y a Emilia le llaman una “cocina de producto”. Significa que a partir de la cebolla, por ejemplo, nace un plato. A partir del erizo o los escamoles surge un plato completo que nada tienen que ver con la forma tradicional o el “lugar común” de prepararlos.

Taberna del León

Taberna de León

En la Taberna de León hay distintos salones, mesas con manteles, biombos y chimeneas. También hay un piano. Esa combinación de cosas elegantes pero equilibradas que lo hacen a uno sentir holgado y protegido a la vez. Y hay, desde luego, comida hecha por Mónica Patiño para el espíritu, vino fuera de serie y whiskey escocés artesanal que en ningún otro lugar. Aunque la Taberna siempre tiene un menú de invierno excepcional, sus clásicos son imperdibles: la terrina de foie gras, los ostiones a la brasa que hacen con una mayonesa de chipotle o el filete de res con pimienta.

Sartoria

Sartoria

En Sartoria el menú entero se ve delicioso, y lo está: pastas hechas a mano diario con productos mexicanos, mariscos y carnes de origen orgánico, una extensa carta de vinos italianos, postres pensados sabor por sabor, panes artesanales, quesos exquisitos y risottos. Sartoria, que en italiano refiere al lugar donde se confeccionan cosas artesanalmente, tiene la filosofía de acercar a la gente a una gastronomía italiana basada en la materia prima, la temporada de los alimentos y el “hecho a mano”.

Sir Winston Churchill’s

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Hay menos de un puñado de restaurantes en la Ciudad de México tan suculentos, elegantes y genuinos como el Sir Winston Churchill’s. Hay que probar el filete Wellington y el prime rib de roast Beef, servido con un Yorkshire pudding, espinacas a la crema y papas rostizadas, el más reconfortante “sunday roast” que tiene nuestra ciudad. El roast beef, además, lo rebanan en la mesa. Desde luego también está el carrito de postres para acompañar con té. Perfectamente acomodados y con aspecto delicioso, se forman el cheesecake de blueberry, el trifle de jeréz, el kafka de chocolate, la tarta de trufas, los tazones de fresas y frambuesas.