El temperamento de enero es cauteloso: gastamos poco, pensamos más; intentamos cambiar algunos hábitos. En Local.mx no nos vendemos fantasías, pero sí compartimos el espíritu de renovación que trae cada vuelta al calendario. Y esas ganas que de pronto parecen estar por todos lados de, ahora sí, hacerlo un poquito mejor. Por eso preparamos esta serie de tutoriales para los que quieren cambiar algunos hábitos sencillos, abarcables y baratos. Hábitos posibles.

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El primero es de kombucha, esa bebida fermentada, ligeramente dulce, ligeramente ácida, llena de probióticos y rodeada de tantos mitos ––Muchos falsos y algunos (importantes) bastante ciertos.

Es importante decir que la kombucha no tiene propiedades curativas probadas científicamente ni debe dársele un uso farmacológico. Lo que sí tiene es una carga fuerte de probióticos que ayudan a reforestar la flora intestinal de puras cosas buenas y a mejorar la digestión. Como es preparada con té, también lleva teína que aumenta la energía y aporta antioxidantes. Además, es muy fácil de preparar. Todas buenas noticias.

La kombucha es la bebida que resulta de la fermentación de bacterias y levaduras en un hongo llamado SCOBY (Symbiotic Colony Of Bacteria and Yeast). Al ser un organismo vivo, lo más importante al prepararla es ser en extremo escrupulosos. Durante la fermentación se producen alcohol etílico y ácido acético; si la kombucha no es fermentada el tiempo suficiente el riesgo es que el alcohol no elimine a todas las bacterias. Si es fermentada de más, el riesgo es una bebida amarga más parecida al vinagre. Si uno no cuida el proceso, el riesgo es que la kombucha se contamine de hongos y bacterias dañinas.

Para una buena kombucha, los pasos no son ni demasiado costosos ni demasiado complicados. Lo más importante es ser cuidadosos. Aquí les dejamos el tutorial con fotos, y un video al final.

Preparación

Para 1 litro:

– 1 hongo SCOBY. *Muchas personas que preparan kombucha lo regalan, como ésta cuenta de nutrición

– Tres cucharadas de azúcar, blanca o mascabada

– Tres sobres de té verde o negro puro

– 1 recipiente de vidrio esterilizado

– 1 tela porosa que deje pasar el aire pero no deje entrar insectos

– Hay que preparar el té con agua caliente para que las hojas liberen todo su sabor.

– Después del tiempo de infusión retiramos las bolsas de té (nosotros elegimos verde) y agregamos el azúcar. Es importante sólo utilizar instrumentos de madera o plástico y no de metal, porque contaminan el hongo. También dejar el líquido a temperatura ambiente antes de agregar el hongo pues el calor lo mata.

– Un hongo es suficiente. De hecho, al ser organismos que se reproducen tan rápido alimentándose de azúcar, no importa que uno tenga sólo un pedacito. Al ponerlo en té y azúcar crecerá.

– Por último, tapamos nuestra jarra con un trapo que permita que el hongo respire, pero mantenga alejados a los insectos o la basura del aire. Lo mejor es que la fermentación suceda en un lugar oscuro, templado y al que por ningún motivo le llegue directamente el sol.

El proceso de fermentación es de 7 a 14 días en los cuales debemos probar la kombucha y agregar más azúcar si consideramos que continúa muy amarga o cortar el proceso de fermentación si el sabor recuerda más a un vinagre. El punto exacto lo decide cada uno. Una vez que esté lista, hay que retirar el líquido, envasarlo y refigerarlo, pero dejando un poco en la jarra (200 ml) para conservar el hongo. Muchas personas le agregan frutas o hierbas (aquí les dejamos algunas recetas interesantes).

El proceso puede repetirse indefinidamente, siempre cuidando que el hongo siga en buenas condiciones pues puede morir si uno lo abandona, lo tapa o lo deja de alimentar con té y azúcar un tiempo. Poco a poco crecerán hongos nuevos sobre el primero, listos para ser compartidos con alguien más.

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