En 1990, la vida en la zona conurbada no era la más amable. A todos los rincones de la ciudad llegaban los ecos de marginalidad e inseguridad que se vivía allí. Pero casi todo era un rumor, porque las personas de las zonas céntricas no se paseaban mucho por esas colonias. Luego apareció Valedores Juveniles, el primer álbum de El Haragán y Cia. que este año cumple 30. Y como muchos otros discos nacidos aquí, es un retrato de la realidad como ningúna otra crónica posible. Valedores hablaba de Tlalnepantla.
Luis Antonio Álvarez Martínez, mejor conocido como “El Haragán”, nació en Tlalnepantla y desde niño estuvo en contacto con la música. A los 10 años aprendió a tocar la guitarra y dos años después abandonó la escuela para tocar en los camiones. Voluntariamente. Fue ahí donde encontró el éxito gracias a su tema , “El Haragán”, que fue culpable de su apodo.
Después de tocar esta canción en un encuentro de compositores del Estado de México, el locutor Ricardo Barrón confundió el título de la canción con el nombre del intérprete. Lo presentó como El Haragán con la canción “Luis Álvarez” y desde ahí cualquier intento de cambiarle el nombre al proyecto fue en vano.
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Denle play al disco para que sepan por qué nos gusta tanto.
Mientras tocaba en los camiones conoció a varios de los personajes típicos de la marginalidad, mismos que se convertirían en los protagonistas de las canciones en Valedores Juveniles. En el disco aparecen el policía, el ratero, el mariguano, el monoso y hasta el asesino serial. Luis conoció a muchos de ellos y las historias de los demás las escuchó de primera mano. Por eso el título del álbum es tan cálido. Los trata a todos como sus compañeros de vida: sus valedores.
Valedores Juveniles es una crónica y una denuncia de la marginalidad en Tlalnepantla y la Ciudad de México que el artista vio desde dentro. Quizá eso provocó que se convirtiera en uno de los discos más queridos del rock urbano, ese género que nació en la marginalidad de la ciudad y del que El Haragán es digno representante junto a músicos como Charlie Monttana, Rod Levario, Lira N’ Roll, Tex Tex y, por supuesto, el Tri Souls in My Mind
“Basuras” y “¿Qué va a ser de él, Dios?”, por ejemplo, son dos canciones desgarradoras. Ambas hablan de los niños que viven en las zonas marginales de la ciudad. Luis Álvarez relata cómo las personas del barrio a menudo se preocupan más por un perro muerto en el camino que por un niño drogado en la acera o por alguien hambriento que apenas puede mantenerse en pie. Con sus canciones, el Haragán se convirtió en un bardo del barrio.
Después de 30 años, las canciones de Valedores juveniles siguen siendo las favoritas de muchas personas. Si uno viaja en combi hacia Ciudad Nezahualcóyotl o Ecatepec, quizá se encuentre con que el chofer viene escuchando “Muñequita sintética” o “Él no lo mató”, canciones insignia en la carrera del Haragán y que siguen siendo tan vigentes como cuando Luis Álvarez recorría los mismos caminos con su guitarra.
¡Larga vida al Haragán!
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