Hija del director de cine Luis Mandoki, originaria de la Ciudad de México, Camille combina ópera clásica con elementos de música atonal, experimental contemporánea y tintes de pop barroco. Se ha presentado desde en Festival MUTEK hasta en pequeñas salas de arte, como en el show MANADA, en Cine Tonalá. Toca el piano y canta mientras improvisa manipulando módulos sintetizadores con melancolía y una profunda belleza abstracta.
Camille Mandoki es una experimentalista del sonido de 26 años que trabaja desde los 16 años y ya ha colaborado con Coyoli, Naaf Chusma y ha formado parte del sello CVMR y StaticDiscos. Apenas hace un año estrenó su long play debut We Used To Talk For Hours con Static Discos, en el que reúne 10 cortes compuestos entre 2013 y 2015. Ahora trabaja en nuevos materiales con un colectivo de artistas que la empieza a llevar por nuevas rutas.
Saliendo de una intervención del proyecto de experimentación Ensamble, en el Centro Cultural de España, en el cual presentó una introducción a la creación electrónica junto con el dúo de Suecia, Orphan Ann, me tomé la libertad de abordarla para robarle algunas impresiones sobre el vivir de la experimentalista capitalina en lo general y lo particular.
¿Qué significa para ti hacer música?
Trabajar con lo que nos está rodeando; observar y reaccionar y encontrar un lenguaje propio para alimentar una expresión en conjunto, buscar puntos de empatía, buscar nuevas maneras de expresión que reconozcan al otro en vez de negarlo. La colaboración como una nueva posibilidad de encuentro. Colaboramos con artistas, al igual que con los públicos.
¿Cuál fue tu primer contacto con los sonidos y desde cuándo compones?
Compongo desde los 18 ó 19 años. Mi primer contacto con el sonido, al menos que tenga muy presente, fue en el Áshram en el que crecí parte de mi infancia. Habían programas de horas y horas, los mantras son hermosos, repetitivos e inmersivos A mí me prestaban un harmonio.
¿Cómo describes la experiencia de crear música?
La experiencia cambia todo el tiempo. Es, más bien, darte a los cambios, a lo inesperado o a lo más obvio, a veces. Para mi ha sido a veces obsesivo, otras veces curador.
Tu nuevo álbum tiene un título muy literario. Háblanos un poco sobre ello…
¿Sí? No lo pensé así. Estuve pensando en un nombre mucho tiempo y nada más no lo encontraba. Un día me vino esa frase a la cabeza y me hizo click. Es una frase que escucho y me resuena a todo lo que siento que es el disco.
¿Cómo se dio la selección de estos diez tracks grabados entre 2013 y 2015?
Los escogimos entre Ejival y yo. Fue un proceso largo. Le empecé a mandar tracks en 2013, creo. Espero no estar confundiendo fechas aunque es lo de menos. Él fue muy paciente conmigo y me acompañó mucho en el proceso y eventualmente me ayudó a tomar una decisión. Fue muy importante para mí su presencia.
¿Qué nos puedes decir sobre el arte del disco hecho por ti?
Me daba mucha paz dibujar líneas y más líneas. Son dibujos que sacamos de cuadernos míos. Los escogimos entre Ejival, Fax y yo. Creo que a Ejival le hizo sentido usar algo de mis cuadernos, pues el disco lo veíamos así: una colección de momentos como de un diario, sketches de ideas que quizás estén completas o quizás no.
¿Consideras que la evolución musical que has tenido en todo este tiempo ha sido más emocional que sensorial? ¿O ambas?
Creo que ambas. Creo que una no se escapa de la otra.
Cuéntanos más sobre tu formación musical y desde cuándo compones tus propios temas…
Desde los 19 años, creo. No sé. Grababa cosas desde antes. No tengo mucha formación como tal, pero he ido aprendiendo sobre la marcha. Me ayuda que soy impaciente y que muchas personas me han compartido su conocimiento. También tuve un maravilloso maestro de piano y canto. Me sigo formando.
¿Qué instrumentos tocas en vivo y cuál de ellos consideras que te representa más?
Ahora mismo uso sintetizadores, computadora y voz. Considero que si soy yo la que está usando el instrumento, me va a representar.
¿Dónde estabas mientras pasaba MUTEKMX 2017?
Ensayando con un grupo amigas con las que colaboro con frecuencia conformado por Lucía Uribe, Sofía Ortiz, Mabe Fratti, Laura Abad, Gibrana Cervantes, Eugenia Lagunillo, Concepción Huerta y Mariana Azcarate.
¿Qué alcanzas a ver que está sucediendo en la CDMX, en la electrónica, entre las chicas?
Creo que hay muchas mujeres que están haciendo cosas muy interesantes; creo que aún falta mucha comunicación entre nosotras para empoderarnos: me parece que muchas no saben que tienen el espacio, no lo ven o no saben cómo buscarlo. Eso se empieza a lograr más, pero sigue estando muy capitalizado el mercado y las oportunidades y el apoyo está centralizado en donde menos se necesita.
Siento que en la ciudad y en el país la ciudad sigue muy dominada por una racionalidad masculina. Por otro lado hay muchas ideas en el aire al respecto y estamos pasando por cambios. A mí lo que me interesa es buscar nuevas formas de comunicarnos que consideren lo práctico sin volverse meramente utilitario, pero que le empiece a dar más peso a eso que se queda adentro, eso que no tiene una utilidad capitalista/racional. Yo estoy en contacto con muchas mujeres que son increíblemente talentosas, tanto músicas, como sonidistas, actrices, directoras… Por alguna razón ahorita disfruto más trabajar con mujeres, lo cual no implica que sea una regla mía. Sólo así se ha dado, hasta ahora.
En la oferta musical de la ciudad, hablando de todo lo que cabe en el rock y los lugares para rock (garage, hip hop, trap, electrónica, etc.) –mayoritariamente de hombres–, ves a los músicos quejarse de que no hay espacios para su trabajo y abriéndose paso “a codazos” para conseguir una fecha, un lugar, un cartel en el que quepan, sea el que sea. ¿Ves mujeres en la electrónica buscando y consiguiendo esto?
Supongo que siempre van a faltar espacios. No creo que tengamos muchísimas opciones y hay que hacerte tu propio lugar cuando no lo encuentras, independientemente del género del artista, el tipo de arte que haces y todo. En todos estos temas es bien importante hacer equipo y encontrar gente en la que confíes, aunque tu trabajo sea solista, colaborativo, lo que sea. Hay que hablarnos mucho para encontrar metas, ideas, visiones en común que se alimenten, al igual que confrontarnos y seguir retándonos socialmente. Es muy difícil hacer cosas interesantes a solas, porque vivimos en una ciudad, un país y un mundo.
¿A quién has escuchado recientemente que haga cosas que te emocionen; a dónde mandas a la gente (público o creadores) a descubrir cosas como estas?
Manitas Nerviosas, Concepción Huerta, Mabe Fratti, Belafonte Sensacional, Nika Milano, Tomás Carrillo, Visions of Lizard, Gibran Andrade, Vyctoria, Tajak son algunos de muchos artistas locales que me gustan mucho. En cuanto a espacios, Terminal es un club que acaba de abrir Carlos Cruz en lo que era el Salón Bach y ofrece una buena variedad de música sin cerrarse a ningún género. 316 es un venue nuevo que abre en Fray Servando 316 que está en búsqueda de un espíritu similar, aunque la propuesta sea muy distinta. Bucareli 63 es un lugar que ha abierto sus puertas a todo tipo de artistas también.
¿Cómo viene lo próximo de Camille Mandoki?
Ahí les cuento después 🙂 Está en proceso.