Casa Virginia activa un extraño artificio de la memoria: la nostalgia por lugares en los que nunca estuvimos. Será porque este restaurante evoca los domingos familiares en la colonia Roma, donde se encontraban dos culturas, la francesa y la mexicana. A esta casona uno vuelve para celebrar los días especiales de la forma más clásica y sencilla, sin las pretensiones que trae consigo la ocasión especial. Casa Virginia es un espacio hermoso con una de las mejores cocinas del país: la de Mónica Patiño. Este mes cumple cinco años siendo genuino a su propio espíritu.
Se siente bien estar en Casa Virginia. El aire es sobrio y tropical, los techos altos, las paredes color hueso con molduras delgadas, el piso de madera y los manteles blancos. Tiene pocas cosas, bien elegidas. No es ni barroco ni moderno, sino clásico. A leguas se distingue que la chef Mónica Patiño y su hija Micaela no sólo cuidan cada detalle de la comida, sino de la atmósfera y el servicio. El restaurante lo abrieron en el 2013, cuando la señora Virginia, nieta de don Antonio Revuelta —el propietario original de toda la casa, incluyendo Delirio— enviudó y les rentó el resto de la propiedad.
La cocina de Casa Virginia es una mezcla de Francia y México. Mónica se inspiró en lo que servían en casa de su abuela, lo que ella llama una cocina romana (de la colonia Roma), donde la chef nació. De la mano del chef ejecutivo, Corentin Bertrand, quien llegó a la ciudad “por razones del corazón, pero se quedó por razones gastronómicas” (por este proyecto, más precisamente) lo ha hecho maravilloso. La mezcla se manifiesta en platillos de temporada y en una mesa en la que nunca faltan las salsas y tortillas. Por ejemplo, una sopa de elote con escargots y hongos salteados o un taquito de pato con salsa de ciruela y jengibre. O platos fuertes como un lomo, espaldilla confitada y puré de papa que se taquean y acompañan con salsa verde cruda.
Cinco años, cinco platillos emblemáticos
Casa Virginia utiliza los ingredientes más frescos y de mejor calidad porque su menú se adecúa a la temporada. Sin embargo, hay cinco platillos que se han quedado; que son irrevocables porque todos los clientes vuelven a ellos. Para celebrar los cinco años, recomendamos probar estos cinco platillos que como el restaurante mismo, ya son un clásico de la Roma.
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1. Tostada de atún / tostada de jaiba y aguacate
2. Ensalada de higos
3. Lomo de róbalo al limón, aceitunas y alcaparras
4. Espaldilla de cordero confitada
5. Pavlova con crema batida y frutos rojos
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