La Nápoles tiene nombres de ciudades estadounidenses, tiene parques, balcones amplios y redondos, muros de mosaico veneciano. Este café se parece a su colonia; a lo mejor de esta colonia. Café Pennsylvania es un lugar de vecinos para vecinos y ofrece buen pan, café y un espacio agradable para estar ahí las horas necesarias.
Café Pennsylvania está en la planta baja de un edificio de departamentos. Antes era una casa. Solamente abrieron una pequeña puerta hacia la calle y por ahí es donde uno entra. El edificio es hermoso, de mosaicos venecianos, ventanas grandes y colores pastel. Mireya Olivas, la dueña dice que “no tenia sentido cambiarle mucho y la clave estaba en aprovechar lo bonito. Es de 1956 y donde era el recibidor sigue siendo recibidor”. En la sala (que luce como la de cualquier departamento) tienen una mini biblioteca. Casi todos los libros allí son de ella pero también hay aportaciones de los vecinos.
Abrieron en marzo de hace 3 años y siempre la pensaron para que fuera una panadería y cafetería para los vecinos. Mireya vive en la zona desde hace 15 años y ha visto cómo se ha transformado. En la Nápoles hay cadenas y cadenas de restaurantes de cafés, y quedan pocos establecimientos de toda la vida (como Chiandoni). Y más poco aún, lugares nuevos honestos. Aquí los vecinos pasan temprano por su café y pan. El rol de almendras con miel de abeja es el primero que se acaba.
Su aportación a la colonia Nápoles es modesta pero contundente, de mínima resistencia. Cada vez hay menos edificaciones originales en la colonia, y Café Pennsylvania conserva, en la medida que puede, la esencia de la colonia. Dice la dueña: “así era la época de oro de la colonia”, y un poquito así las dinámicas cotidianas: el pan, el café, el buen trato.
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