La Navidad en México tiene algo así como una receta. La serie de costumbres que se siguen para preparar el evento y que la distinguen de otras navidades son los ingredientes de un buen platillo. De entre estos hay un par de que son indispensables: el ponche y las nochebuenas. La Navidad en la Central de Abasto es, básicamente, el mejor lugar para comprar una navidad capitalina.
Dentro de las bodegas, ordenadas como el calendario que marca la fecha, están todas las frutas decembrinas clásicas: caña, tejocote, tamarindo, jícama y mandarina. Es decir, la base de un buen ponche. Los comerciantes retacan los huacales de los puestos y desbordan su creatividad para convencer a al cliente potencial de que ahí tienen las mejores. Que hasta Santa Claus es cliente.
Afuera, donde llegan las flores, cientos de Nochebuenas se asolean bajo las lonas multicolor, esperando adornar hogares en su corto periodo de vida (y luego revivir al día siguiente). El aroma y el color que desprenden es tan intenso que incluso a la intemperie se pueden oler.
Hay una vitalidad prevalente en la Central de Abasto, y se renueva con cada temporada. Ahora es uno de esos momentos para darse una vuelta y experimentarla como solo se puede una vez al año, en una de sus mejores versiones.
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