La poleana es un juego de mesa rodeado de leyendas. Algunos dicen que nació en las entrañas de la cárcel de Lecumberri, ahí donde José Revueltas escribió la novela El Apando y David Alfaro Siqueiros pintó mientras cumplía su condena un mural que aún se conserva. Otros aseguran que fue en la penitenciaría de Santa Martha Acatitla, donde comenzó a ser popular tanto entre los reos como los policías, que en sus tiempos libres lo jugaban para pasar el rato.

Todo parece indicar que el juego tiene sus raíces en Pollyana*, un juego de mesa que Parker Bros sacó a partir del best seller homónimo, de 1913.  Dicen que llegó de Estados Unidos. Lo cierto es que en la cárcel se apropiaron de él, lo adaptaron y difundieron. Cómo llegó allí y cómo se transformó en un juego de policías y ladrones sí es un misterio.

poleana

La poleana llegó a las calles de Tepito cuando los convictos salían de la cárcel y lo introducían a sus círculos más cercanos. Poco a poco este juego de tablero cuadrado con un boquete en el centro dejó de ser un pasatiempo para los reos y comenzó a popularizarse en la Ciudad de México.

El juego consiste en un avanzar el mayor número de casillas sin caer en manos de la policía quien puede hacer retroceder al ladrón. Cada uno de los jugadores se distingue por un color y debe dar una vuelta completa. Si uno de los cuatro jugadores cae en una casilla ocupada por la pieza de otro jugador éste debe regresar al inicio del tablero sin importar cuánto haya avanzado.

La poleana o poliana es un juego de mesa callejero. Es común encontrarse con personas jugándolo en parques públicos y solitarias mesas que en principio se destinaron al ajedrez. Arriba de las mesas ponen este tablero hecho de madera, cuyo tamaño puede variar. Y aunque uno puede encontrarse con un tablero más casero (con las casillas marcadas con pluma) hay otras que se venden en más de mil pesos.

La gente se reúne alrededor de las mesas y pocas sillas que hay y disfruta de una amistosa partida de poleana. Y aunque las reglas varían entre las personas que lo juegan, lo habitual es que cada partida dura máximo tres horas. En ese lapso de tiempo uno puede observar a uno que otro curioso acercarse. Muchos de ellos conocen el juego y otros preguntan de dónde salió o qué es ese tan extraño tablero hecho de madera.

Hay que observar con atención la siguiente vez que uno vea a alguien jugar algo sobre las mesas públicas, quién sabe quizá corra con suerte y se encuentre una partida o torneo de poleana, uno de los pasatiempos que se pueden encontrar entre el caos de esta enorme ciudad.


*Actualizamos este texto el 28 de enero de 2019 gracias a las aportaciones del lector Pavel Priego.


 

Más en local.MX

La pista de baile bajo las vías del Metro Deportivo Oceanía (con las mejores fiestas de sonidero)