Coyoacán tiene lugares hermosos, y hay varios proyectos que a veces no resuenan fuera de sus muros arbolados. Hay parques pequeños y secretos, esquinas literarias y jardines sonoros; todo con un temple más tranquilo y verde que en cualquier otro sitio de la capital. Sobre Francisco Sosa (acaso la calle más estética de la ciudad) abrió hace muy poco un espacio sencillo y generoso que promete largas tardes de tumbarse a ver los árboles: La Mano Jardín Cultural.
Jessica Rodarte y Gabino Flores están al frente del proyecto, y en el mundo cultural de la ciudad no son recién llegados. Antes de La Mano gestionaban Bandini, y durante un tiempo, Jessica dirigió el Centro de Artes Vivas. Después del pequeño peregrinar, en un encuentro afortunado dieron con la casa y el enorme patio que ahora albergan La Mano. Jessica es de Coyoacán y al final fue cíclico volver al barrio de donde es; activar una idea fresca en el sur de la ciudad.
La casa perteneció a la finca que ocupaba casi toda la cuadra; esa parte en especial tenía las caballerizas, lo que explica que haya más jardín que construcción. Uno amable y frondoso –felizmente desaliñado– donde si uno levanta la cabeza ve puro verde y algunas motas de jacaranda. A lo largo del jardín hay mesas, sombrillas y pequeñas sillas. Mucho espacio para mirar al cielo y llenarse de aire.
Como todo es tan nuevo, la programación recién comienza a acomodarse. Por ahora tienen eventos de meditación todos los domingos al medio día y pronto tendrán un cine club los miércoles; un mercado sustentable y el bazar de Ropa para todxs que reúne a varias marcas de ropa de segunda mano y vintage.
Dentro de la casa está la cafetería con su menú pequeñito (pan de Pancracia, quiche, pizzetas de betabel, brownies, galletas, smothies…) racks con ropa de aires elegantes y especiales, selección de Laura Palmer y Merma Negra; una vitrina de objetos y artesanías raras; un librero lleno de editoriales independientes y cuidadosas. Todo es de proyectos locales e iniciativas, que como La Mano, empezaron despacio, con poquito, hasta integrarse en el paisaje cultural de la ciudad. Hay libros de Fauna, Antílope o Imaginaria, por ejemplo.
Jessica dice que le gusta darle nombre a las marcas y personas que trabajan con ellos; que uno sepa que La Mano es un receptáculo de iniciativas y colaboraciones. En los 500 metros cuadrados del espacio –entre construcción y jardines color esmeralda– hay lugar suficiente para más ideas. La idea de un espacio generoso es precisamente esa, que la gente lo disfrute y una sus proyectos para activarlo. También por ello el espacio está disponible para rentarlo para eventos o talleres.
Fuera del circuito de lo evidente, Coyoacán tiene lugares tan especiales como La Mano Jardín Cultural. Para tomar un café, probar su té de jengibre, leer un buen libro y pasar horas viendo directo a la copa de los árboles.
*Para estar al tanto de los eventos de La Mano, aquí están su Facebook e Instagram.
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