En kurimanzutto ahorita hay una exposición de Sofía Táboas en donde las ventanas tienen el protagonismo. Clave Intermedia las presenta como un espacio de tránsito entre el exterior y el interior, entre lo privado y lo público, lo metafisico y lo textil.
Las ventanas son espacios asociados a la contemplación, la deriva y el pensamiento. A veces son espejos de aire libre por donde podemos mirarnos sin asfixia y permitir que la creatividad vuele. Otras veces, como en los cuadros de Edward Hopper, vemos en ellas intriga, melancolía y soledad. Para Baudelaire, por ejemplo, “no hay objeto más profundo, más misterioso, más fecundo, tenebroso y deslumbrante que una ventana tenuemente iluminada por un candil.” Y hay pinturas de Nahui Ollin cuyo erotismo tiene como telón de fondo una ventana por la que se asoma un fragmento de nuestra ciudad.
Y es que la ciudad de México está llena de ventanas. La artista mexicana Sofía Táboas se dedicó a observarlas e hizo un estudio sobre su materialidad, colores y texturas. Para ello puso a interactuar tres conjuntos de piezas que juegan con los tonos, las formas y el espacio. Son pinturas sobre lino, telones suspendidos desde diferentes puntos de la galería y biombos.
Las telas tienen un patrón geométrico inspirado en las ventanas citadinas y una paleta de colores específica; los biombos están hechos con materiales usados en la herrería local de rejas, ventanas y puertas. Estos conjuntos crean un juego escultórico sin quitar la mirada de la pintura y la teoría del color, que es la pauta para la realización de las obras.
Además de mostrar el tránsito de la pintura a la escultura, Táboas buscó aprovechar el espacio de la galería para crear una atmósfera dinámica con el fin de que las piezas cambien y dialoguen con su entorno y el espectador, como una clave intermedia.
Vale la pena recorrer la muestra tranquilamente, como quien ve por la ventana. Los amplios espacios de kurimanzutto, la luz natural y el silencio característico de la San Miguel Chapultepec son tragaluces para Sofía Táboas . Puede ser que en algún momento llegue por fin la respuesta a la pregunta que Roberto Bolaño dejó flotando en al aire al final de su novela: ¿qué hay detrás de la ventana?
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