En Iztapalapa hay un edificio de concreto que parece un barco. En su interior se escuchan voces de las clases de solfeo y platillos de las de batería. Hay gente haciendo yoga o bailando capoeira; otros pintan, graban y toman fotos. Se puede ir a aprender serigrafía o escultura, a experimentar con la danza contemporánea o el circo. También se puede ir solo un día a un concierto, o dos, para escuchar un cuento, tal vez tres para también ver una película; mejor muchos por que en ese barco parece que siempre esta pasando algo. Es Faro de Oriente, la Fábrica de Artes y Oficios que fundó su casa en esa zona que muchos de la ciudad no conocen, o que conocen por las razones equivocadas.
Iztapalapa es innegablemente zona de conflicto. Está en la periferia y tan alejada que se le olvida mucho, o se le recuerda sólo para hablar de la inseguridad y el crimen. Cuando se fundó el Instituto de Cultura de la Ciudad de México en el 98 estuvo a cargo de Alejandro Aura, un poeta que decía que la inseguridad se combate con el arte y la cultura. Así nació Faro de Oriente unos años después, y en el 2000 abrió sus puertas el barco de concreto, un proyecto que es barco y faro a la vez. Transporte para el viaje y guía para el destino.
Faro de Oriente es –en su sentido más literal– luz en una de las zonas más complicadas de la ciudad y basta leer los comentarios de su página de Facebook para comprobarlo, la palabra oasis o escape se repiten muchas veces. Allí han creado una comunidad que los quiere y que se acuerda de un libro de su biblioteca, un maestro de dibujo increíble, la fiestota que se armó en el concierto que llevaron de Panteón Rococó o de Odisseo. Los hay señores que iban de niños, señoras que llevan a sus hijos o chavos que sugieren que pongan clases de violín o náhuatl. Uno de los comentarios, de esos muchos que me encontré, resume perfectamente el espíritu del Faro de Oriente, Increíble lugar de arte y libertad, de hombres, mujeres, niños y niñas valientes. Hay otro más sencillo y por sencillo auténtico: “son la bandota”. Y es que esa es la prueba última de pertenencia. Ser banda es ser parte, ser de ahí, y Faro de Oriente es de Iztapalapa, de sus calles y de su gente.
El 24 de junio el Faro de Oriente cumple 18 años ofreciendo más de 100 talleres gratuitos de arte y cultura, además de eventos, ciclos de cine, conferencias y conciertos, todo con la premisa de unir y dialogar con el arte y los oficios. Para celebrarlo extienden su aniversario por cuatro meses (de junio a septiembre) con una gran programación. El viernes, por ejemplo, inauguran la exposición Interior – Exterior con piezas escultóricas de arte moderno y contemporáneo de artistas como Alicia Bueno, Ricardo Ponzanelli o Carol Miller. Las piezas se podrán tocar, porque la premisa es acercar a las personas invidentes a un arte que puedan disfrutar. El sábado tienen un Bailongo Tropical con la Sonora Carrusel y las Estrellas de Calí, que promete buena música y muchos pasos de baile.
Si quieres conocer la cartelera completa de este maravilloso proyecto puedes consultarla aquí, o visitarlos cualquier día sin importar en dónde vivas, porque la cultura se necesita en todos lados y Faro de Oriente es prueba exitosa y rotunda de ello.