Hay que ir a ver DON’T (NO LO HAGAS) de David Shrigley al Carrillo Gil. Entre todo el arte contemporáneo que hay en el aire, esta exposición es vitamina veraniega. Porque aunque sus dibujos y pinturas son clasificados como arte conceptual, el suyo está lejos de ser rebuscado o demasiado minimalista como para ponerse de rodillas frente a nuestra imaginación. Al contrario, es ligero y divertido.
El núcleo del Carrillo Gil son sus rampas centrales, que guían a uno en paseo fluido, casi espontáneo, por las salas del museo. Sin embargo, en esta ocasión lo preciso es correr directo hacia el último piso. Al llegar, un neón verde que dice Esposición recibe a los visitantes. Esta y otra escultura más, hecha de globos negros que dicen ODIO LOS GLOBOS, son las dos piezas que Shrigley hizo especialmente para la exposición (o esposición, pues). Inmediatamente, el recorrido comienza con 11 pinturas grandes, coloridas y de trazos desfachatados que muestran la mirada irónica y personal del mundo de este ser humano. David Shingley cae bien.
En alguna entrevista, Shrigley dijo que él veía que se había hecho famoso “por picarse la nariz“. Desde hace 25 años, este hombre dibuja garabatos con sus “ideas estúpidas” (sic) que más bien son una forma aguda y ágil y desde luego mordaz de ver el mundo. Aunque David Shrigley también hace escultura e instalación, que nos encanta, su lado más conocido y querido es el de dibujante, quizás porque sus dibujos muestran su lado más pop y satírico, y el ángulo en el que nos reconocemos y sentimos identificados. Por ejemplo, la serie Life Drawings, que está en la exposición, es algo así como leer el diario de un extraño. Consta de pinturas que captan a una modelo en las situaciones más comunes –y solitarias–. Estas toman significado hasta que uno las mira.
En toda la exposición abundan las redundancias. Shrigley nombra todo hasta llevarlo al absurdo. Hay algo infantil en toda la exposición, en el trazo de sus dibujos, en el tono. Y hay algo infantil en nombrar las cosas. Cuando éramos niños y nos aburrían los adultos, mis primos y yo pasábamos tanto tiempo repitiendo una palabra hasta que las sentíamos como gusanos en el oído. Algo así pasa. Todo pierde (¿o gana?) sentido.
Para Shrigley, la idea es más importante que la ejecución. Por eso sus dibujos son descarados (el principio de los doodles y la caricatura). Casi todos llevan texto e incluso hay algunos que son solamente pequeños escritos irónicos y humorísticos. Tienen algo de los memes. De hecho, algo así lo ve él: “Es lo mismo con las redes sociales, los tweets o posts de Instagram –llegan descontextualizados… y parecen torcidos y raros y mordaces. Se refieren a algo muy, muy específico o incluso a nada, la persona que los lee es la que los recontextualiza.”
Uno camina por la sala del tercer piso del Carrillo Gil así como uno scrollea en el celular (que es otro tipo de deriva –una deriva digital o algo así–). Por eso es que creemos que esta expo es un buen paseo de fin de semana.
No hay mucho más que decir. El arte de David Shrigley es lo que es. En DON’T (NO LO HAGAS) –lo dice el mismo curador de la expo– no es necesario preguntar qué significa nada (de hecho, no lo hagas).
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