Caminar por un jardín como el de los Viveros de Coyoacán lo detiene a uno en el tiempo. Por supuesto, esto lo decimos como una metáfora de la contemplación, aunque al parecer hubo quienes se lo tomaron muy en serio y dejaron ahí estacionados sus troncomóviles. 

troncomóviles

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Este deshuesadero prehistórico, que bien podría ser una escena de Los Picapiedra, está a un costado del camino que recorre las diferentes áreas de producción de los viveros, y aunque para muchos niños no es más que un área de juegos, para otros (los más grandes) es algo muy extraño. Cuando uno se acerca, lo primero que intenta hacer es mover los troncomóviles con los pies como pasaría en una versión animada, aunque sus llantas, muy rústicas o rotas, delatan que llevan estacionados mucho tiempo. Lo único que queda es subirse a ellos e imaginar un viaje en estos autos de madera y volantes reciclados. troncomóviles

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Antes de ser autos, estos troncos pertenecieron a alguno de los enormes árboles de los viveros, reunidos allí gracias a Miguel Ángel de Quevedo. Como sea, los troncomóviles dan un aire de buenos tiempos.

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