El Parque María Teresa está en la Colonia Estrella de la delegación Gustavo A. Madero, pero casi nadie lo conoce por su nombre oficial. Más bien se refieren a él como el “Parque de los cocodrilos”. al centro está una fuente con cocodrilos de concreto, muy al estilo de la fauna que nos gusta, flanqueada por pelícanos. La fuente es un espacio tranquilo que parece no obedecer al paso del tiempo. Como hace tiempo no tiene agua, los vecinos lo aprovechan para leer, hacer ejercicio o enredarse con el novio. A pesar de estar a unas cuadras de las avenidas Euzkaro y F.C. Hidalgo, el ruido allí es casi imperceptible.
La fuente que le da su apodo al parque es de la década de los treinta. Originalmente tenía un estilo art decó y no tenía otra función más que la de volver más vistoso al Parque María Teresa. Pero, conociendo la intensidad de los veranos capitalinos, no tardó mucho para que esa fuente se convirtiera en una piscina improvisada donde los niños se subían para jugar.
Los cocodrilos que hoy están en la fuente no son los originales. En el 2000 un grupo de trabajadores destruyó los cocodrilos y los reemplazó por otros similares. Esto fue algo que, obviamente, hizo enojar a muchos, pues esos cocodrilos habían sido parte importante en su infancia. Hubo quienes dijeron que esa destrucción sólo le había quitado identidad a la zona, pues la antigüedad de los cocodrilos iba bien con la de varias casas de la colonia.
Veinte años después de su remodelación, los cocodrilos y los pelícanos tienen la misma suerte que otros animales de concreto en la ciudad. Su pintura es vieja y, especialmente a los pelícanos, ya les faltan algunas partes del cuerpo. Quizá una mano de pintura los haría combinar con el resto del parque que ahora luce más moderno y que en su zona infantil tiene un castillo tubular en forma de cocodrilo que pretende emular los veranos de antaño en el María Teresa.
Con todo, la fuente de los cocodrilos sigue siendo uno de los símbolos más queridos de la colonia Estrella, tanto que reclamó el parque como suyo. Casi nadie lo conoce como María Teresa, para llegar allí uno tiene que preguntar por el parque de los cocodrilos y sólo así recibirá instrucciones precisas sobre este pantano de concreto que los vecinos quieren y cuidan tanto como sus propias casas.
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