En náhuatl, la palabra tozan significa “tuza” y también “topo”. A los topos todos los conocemos, en cambio la tuza apenas resuena en nuestro vocabulario. Pero es un animal redondito que igual que el topo vive debajo de la tierra, pero pertenece a otra familia. La tuza es un roedor endémicos de México y uno de los 83 mamíferos que aún podemos encontrar en algunas partes de la Ciudad de México.
Todo de la tuza es pequeño: sus ojos, nariz y cola corta y peluda son diminutos. Aunque esta última la usa para sentir los túneles cuando camina hacia atrás. Con su paso subterráneo, la tuza (como el topo) suele arruinar cultivos y jardines en donde los haya. Los montículos que se forman en la superficie de la tierra delatan su minúscula, pero arrolladora, presencia. Por eso los habitantes de las zonas volcánicas de la ciudad la consideran una plaga, y aunque este roedor aún no esté en peligro de extinción, su población ha disminuido.
Como el teporingo y el ratón de los volcanes, la tuza pertenece al Eje Neovolcánico Transversal. Es decir, vive entre los zacatonales del Popocatépetl, Izztacíhuatl y Tláloc, entre Iztapaluca y Texcoco, y de pronto algún despistado baja a ciertas partes de la ciudad en busca de comida o la promesa de un hábitat menos hostil. Que desde luego no se cumple. Hay quienes se han encontrado con estos anónimos ratones de campo en algún jardín del Pedregal, Ciudad Neza o Texcoco.
Todo en la tuza es pequeño, menos sus dientes. La tuza roe raíces, hierbas, bulbos y uno que otro desecho capitalino con sus cuatro dientes amarillentos y largos. Para comer mueven rapidito la mandíbula, y sus cachetes como bolsitas (que se llaman abazones) transportan reservas de zanahoria, papas u otros bulbos para llevarle a sus crías. Estos mamíferos se reproducen solamente una vez al año pero pueden tener hasta 7 crías.
Si andas por los terrenos de este anónimo ratón de campo y te encuentras con montículos de tierra, debes saber que lo más probable es que se trate de la presencia de una tuza y no de un topo.
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