Los murciélagos son los únicos mamíferos voladores del planeta; sus alas son simplemente dedos alargados unidos por una piel delgada. En México hay registrados alrededor de 137 especies, aproximadamente el 18% de todas las especies del mundo. Y aunque parezca complicado, en la fauna local de esta ciudad también hay murciélagos.
En los últimos años, en nuestra mancha urbana han reportado varias especies, como el murciélago 4 orejas (Idionycteris phyllotis), murciélago magueyero (Leptonycteris yerbabuenae), murciélago trompudo (Choeronycteris mexicana) y murcielaguito pardo (Myotis velifer). Están principalmente en las partes de la ciudad con alta densidad de árboles, aunque también es posible que vivan en áticos o construcciones abandonadas donde usan los techos como cuevas para descansar.
Como cualquier fauna local, los murciélagos no están exentos de la falta de áreas verdes y libres; deforestación, plaguicidas y amenazas humanas. Los murciélagos, como las palomillas –inocentes protagonistas del horror en las casas mexicanas– también son víctimas de la mala fama. Algunas veces son exterminados por el mito falso de que chupan sangre; en realidad sólo hay 3 especies de murciélagos vampiros en México que atacan ganado, nunca humanos.
Aunque por las noches recorren la ciudad con sus sombras largas de fantasmas, los murciélagos son difíciles de ver. Sus hábitos nocturnos los hacen pasar desapercibidos; sin embargo, desde la penumbra cumplen funciones ecológicas importantes para las calles.
Muchos son insectívoros y su dieta de esos insectos, y algunos otros vertebrados, ayuda a regular la población de ellos en la ciudad. También comen frutas, ayudando a dispersar las semillas por la ciudad; néctar y polen de las flores, realizando la importante función de polinizadores.
Varias plantas han coevolucionado con esos animales para ayudarse mutuamente, un ejemplo es la relación del murciélago magueyero y los agaves. Los murciélagos polinizan la flor del agave para reproducirse y nosotros aprovechamos esta relación para producir mezcal y tequila.
Aunque no los veamos, los murciélagos recorren diario nuestras calles. Uno podría encontrarse alguno, volando con sus alas delgadas, alguna noche particularmente oscura.
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