Los capitalinos tenemos una deuda con las serpientes, las ignoramos; les tenemos miedo y en casos más extremos y barbáricos, las matamos. Se nos olvida que hubo un tiempo en el que eran dioses o que la muerte de uno de sus antepasados fue la señal para fundar Tenochtitlan. Por eso, queremos iniciar una reconciliación y hablarles de una especie que nos parece perfecta para acabar con la fobia colectiva: la Thamnophis eques o, para los amigos, culebra de agua mexicana.
Conocida también como serpiente de jarretera por su patrón de líneas rectas que abarcan casi todo su cuerpo y lo hacen lucir como una cinta, esta culebra es una de las más comunes en todo el país. Su distribución va desde Chihuahua hasta Veracruz y viven, como su nombre lo indica, cerca de cuerpos de agua permanentes o, en climas secos, prefieren estar cerca de arbustos y cactus espinosos.
Al igual que otras serpientes, estas culebras son tímidas y buscan lugares para esconderse de sus depredadores o de las personas que las ven como una amenaza. En la ciudad es común encontrarlas en Tlalpan, Milpa Alta y Xochimilco, especialmente en la zona chinampera donde buscan los arbustos y lirios cercanos a la orilla del canal para que, en caso de sentirse en peligro, puedan escapar fácilmente.
Otra de lasa razones por las que busca espacios con vegetación densa o de difícil acceso es que ese es el lugar perfecto para cazar. Su dieta se compone de anfibios y pequeños peces, aunque si la situación lo amerita, también va detrás de lombrices, sanguijuelas, lagartijas, pequeños roedores y algunos insectos.
Miden entre 50 y 80 centímetros, lo que las hace más pequeñas en comparación con otras especies. Aún así, hay personas que las ven como una amenaza al pensar que son venenosas, pero en realidad todo eso no es más que una ilusión nacida del miedo y la desinformación. En invierno algunas culebras se meten a las casas buscando un lugar cálido para refugiarse del frío.
Si encuentras una de estas serpientes en tu casa, no la veas como un huésped peligroso, pues no es venenosa e incluso puede que te esté ayudando más de lo que crees controlando la población de insectos o roedores. Lo más importante es que no la toques o intentes matarla, si simplemente no soportas su presencia, puedes llamar a la Brigada de Vigilancia Animal para que puedan reubicarla sin peligro para nadie.
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