Sabemos que los baches o las coladeras abiertas en la ciudad son, entre todas las maneras de morir, una de las más probables. Por eso que la muerte misma surja de uno estos agujeros nos parece apropiado. En la colonia Santa Cecilia de la delegación Tláhuac, por ejemplo, aparecieron un par de esqueletos gigantes que emergen de baches inmemoriales muy listos para el Día de Muertos.
Como en esa canción infantil de Día de Muertos, las calaveras de cartonería salieron de sus tumbas de asfalto para celebrar las fechas. Aparecieron de pronto en medio de la calle Francisco Borraz y varios creyeron que se trataba de una protesta por el estado infame en que se encuentran las calles. Pero la familia Medina Jaen, quienes hicieron los esqueletos, dijeron que además de aprovechar el cascajo, colocaron las calacas allí para preservar las tradiciones mexicanas y adornar la colonia para las fiestas.
Todos los miembros de la familia Medina Jaen apoyaron haciendo estos esqueletos.
Los escombros que rodean las manos, pies y torso de los esqueletos en Tlahuac son montones de cascajo que llevan tiempo frente a la casa de un vecino. Estas calaveras hablan de nuestras tradiciones y al mismo tiempo revelan la realidad de muchas calles que, ya sea por las lluvias o negligencia del Gobierno, están llenas de hoyos que bien podrían ser la entrada al otro mundo.
Hay que ir a conocer estas calaveras antes de que regresen a la tierra. Estarán ahí hasta el de 3 noviembre, y junto a ellas otras esculturas del colectivo Indios Yaocalli, que lleva 8 años creando un altar comunal para celebrar el Día de Muertos.
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