Como en cualquier otro INFONAVIT del país, el de Iztacalco está repleto de enormes edificios departamentales que parecen infinitos. Pero aquí dan la impresión de ser remanentes de una utopía que se esfumo frente toda la ciudad, casi sin que se notara. Lo que alguna vez estuvo llenó de parques, pasos peatonales y un enorme lago al centro donde se podía pasear en lancha o incluso pescar (hubo carpas) se escurrió por una grieta en el piso. Tras uno de los grandes terremotos, el suelo bajo el lago de la unidad habitacional INFONAVIT Iztacalco se partió y el agua, toda, se secó en poco tiempo. Ha habido pocos fantasmas tan grandes como esta unidad habitacional en la Ciudad de México.
En 1973, la unidad habitacional INFONAVIT Iztacalco lucía como la oportunidad idílica para que los trabajadores tuvieran una vida digna. Con ello el gobierno no sólo aseguraba que sus empleados tuvieran un hogar propio, si no que estarían cerca de plazas comerciales, parques, templos religiosos y cuanto servicio necesitaran. Lo que distinguiría a la unidad de Iztacalco de las demás era el diseño de sus edificios y el parque con el lago. Era, en pocas palabras, un espacio de lujo para el trabajador capitalino.
Un grupo de arquitectos e ingenieros –distinto al que construyó el resto de las unidades habitacionales del país– se encargó de hacer los planos del conjunto de Iztacalco. Su intención era priorizar el paso peatonal, y para ello crearon más parques y corredores que aún existen. El lago, además, servía para regular los niveles de temperatura y humedad de los edificios aledaños.
El 14 de agosto de 1979, el lago que le había dado vida al INFONAVIT Iztacalco se secó después de un sismo. Hay quienes dicen que fue el terremoto del 85 el que abrió una grieta al fondo del lago por la que se escapó el agua. Sin embargo, todos los vecinos concuerdan en que para esa fecha el lago ya no existía y en su lugar sólo había un terreno desierto que los niños usaban para jugar fútbol.
El terreno del lago siguió deteriorándose durante años hasta que en 2004 el gobierno inició un programa para darle una nueva vida. Pusieron algunas fuentes y áreas verdes. Pero Iztacalco, su ambiente y sus habitantes, ya habían cambiado demasiado. La vista cosmopolita que los arquitectos ofrecieron en los setenta fue remplazada por tendederos y paredes con rayones. Pero la peculiar belleza de la zona no es otra cosa más que el reflejo de quienes viven allí. A pesar de que el gobierno los tienen en el olvido, las personas se empeñan en crear sus propios espacios recreativos y se ocupan de cuidarlos para que, con un poco de suerte, el esplendor de la INFONAVIT Iztacalco regrese. Vale la pena visitar este gran mausoleo de la historia, que acaso es una de las más claras metáforas de nuestra ciudad.
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