En la intersección de las calles Roma y Londres en la Colonia Juárez se asoma la estatua negra de un hombre portando una enorme capa y sosteniendo un libro con ambas manos. Es el gran Giordano Bruno. Su mirada es intensa, fúnebre, parece un monumento a la muerte. De alguna manera, la esencia de este incomparable filósofo y librepensador renacentista permanece y transpira en la Ciudad de México desde la materialidad de la piedra.
Junto a la plaza se encuentran unos juegos infantiles de metal (recién restaurados) y unos columpios. También hay varios negocios pequeños como papelerías, cafecitos, una heladería y otras tienditas. Frente a la estatua hay varios puestos ambulantes, tamales calientitos, una señora que vende productos deliciosos del Estado de México como tlacoyos y tortillas de maíz para llevar a tu casa. Los puestos de tacos también son ricos y los miércoles se ponen unos mixiotes espectaculares. Aun así, con toda esa deliciosa comida que orbita alrededor, Giordano es el personaje central y, haciendo referencia a su teoría heliocentrista, es el sol que cuida y observa a los transeúntes, a los niños y a sus madres, a los vagabundos y a los vendedores ambulantes.
Giordano Bruno fue astrónomo, teólogo, poeta y matemático italiano. Decía que el sol era solamente una estrella más y el universo contenía una infinidad de mundos alternos habitados por otros seres inteligentes. También, a pesar de ser miembro de la orden dominicana, se diferenciaba de la Iglesia Católica y creía que la imaginación era la puerta para comprender la práctica mágica. El pensaba que la magia era simplemente la capacidad de percibir y reconocer las relaciones vinculatorias. Pensaba en una mística libre de dogmas, en un dios amoroso y etéreo. Por esta razón, la Inquisición romana lo declaró culpable de herejía y lo quemaron en la hoguera. Sus escritos permanecieron censurados y por más de dos siglos estuvieron ocultos bajo llave en el Vaticano.
La Plaza Giordano Bruno
La Plaza Giordano Bruno en la Colonia Juárez se inauguró en febrero de 1991 con el apoyo del Departamento del Distrito Federal, El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, la Embajada de Italia en México y el Instituto Italiano de Cultura. De alguna manera, Giordano se ha convertido en el punto de encuentro de las reuniones barriales. Es algo así como el “santo” de la Juárez. Los vecinos ahí se organizan para reforestar y recuperar áreas verdes, hacen reuniones y fiestas para celebrar y apoyar negocios que llevan ahí toda la vida. Y todo esto sin ningún patrocinio, ni con promoción de partidos políticos. Todas las actividades y eventos están abiertos al público. Entonces, este increíble monumento funciona como el centro de diálogo comunitario, es el satélite sustancial y de la identidad, también librepensadora, del barrio.
Por otro lado, desde la inauguración de la plaza se formó el Comité Pro-Revaloración de Giordano Bruno A.C. que está integrado por personas interesadas en rescatar la herencia del conocimiento que dejó el genio italiano. El comité promueve su obra y honra su imagen como un hombre de profunda poesía, mística, astronomía y filosofía. Por medio de conferencias, conciertos, artículos, mesas redondas e investigaciones, el comité propaga la obra de Bruno en diferentes foros de la República. Puedes ponerte en contacto con ellos para organizar un evento o involucrarte en su comunidad o simplemente para saber el calendario de lo que habrá próximamente.
Cuando pases por este pequeño rincón, intenta mirar a Giordano con calma. A parte, acaban de remodelar y cambiar la placa inferior a su escultura. Los juegos infantiles están rodeados de bancas en donde puedes sentarte a tomar un respiro bajo la sombra de los árboles y contemplar, bajo su mirada omnipresente, su inteligencia y valentía que aún reverbera.