Hay detalles en la ciudad que nos recuerdan que no siempre fue como la conocemos ahora y que el tiempo deja huellas de forma muy sutil. Está, por ejemplo, una placa azul en la fachada de un edificio en Río Tigris 84 que dice “Aquí se escribió Pedro Paramo”, libro con el que Juan Rulfo pasó a la historia de la literatura universal y por el que ganó el premio Xavier Villaurrutia.

Rulfo vivió en este edificio mientras escribió Pedro Paramo. Habló del campo desde la ciudad, misma que lo horrorizaba y lo encantaba. En Río Tigris 84 peleó con los fantasmas de Juan Preciado mientras escribía esa novela que entre ambientes oníricos narra un México agrario sumido en fantasmales sombras. El escritor y fotógrafo también vivió en la glorieta de Chilpancingo y en la colonia Juárez pero fue en este edificio donde logró dar forma a su obra.

La ciudad donde Rulfo escribió Pedro Páramo

Pedro Páramo

Cuando Rulfo llegó a la ciudad apenas tenía 18 años y sólo había 1 millón y medio de habitantes (ahora somos casi 9, o 23 si sumamos el área conurbada). Aún así él se sentía extraño entre el asfalto. De esos tiempos dijo que se sentía encerrado, angustiado y más sólo que nadie pero, por otro lado, disfrutaba visitar el Café Nápoles, donde se reunía con Alatorre y Arreola, y donde escribió algunos cuentos de El llano en llamas.

La razón por la que Rulfo no se sentía tan bien en la ciudad es porque disfrutaba manejar por la terracería y ver el paisaje mientras subía el Pico de Orizaba o el Nevado de Toluca; decía que era muy amigo de todos los árboles, menos de los huizaches y de los mezquites.

Pedro Páramo

Al rastrear la ciudad de Rulfo nos encontramos con otro tipo de fantasmas: edificios que fueron cines y hoy son nada. Apenas sobreviven sus fachadas en espera de mejores destinos que el olvido. Por ejemplo el cine Variedades (que está en Avenida Juárez) y que Rulfo frecuentaba.

El edificio donde vivía Rulfo en la Cuauhtémoc ya sufrió los cambios de los tiempos. Antes tenía 4 balones y hoy solo quedan 3. De cualquier manera, no es poca cosa poder pasear por Río Tigris y saber que Juan Rulfo, quizás el mejor escritor mexicano, escribió allí lo que es sin duda la mejor novela nacional. Una placa es una invocación de fantasmas. Vayan a visitarlo.

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