Acequia Real

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La capilla de Manzanares fue erigida por orden de Hernán Cortés –meses después del sitio de Tenochtitlán. Fue en una zona pantanosa, en las afueras del islote, a orillas de la Acequia Real.

El trayecto de esta “avenida” de origen azteca comenzaría en algún punto cercano a la esquina de las actuales 20 de Noviembre y Regina. Luego continuaría hasta Corregidora y posteriormente por Alhóndiga, Roldán, Manzanares y aledañas hasta conectar con Xochimilco. En el piso de Corregidora, a un costado del Palacio Nacional, existen pequeñas placas que le anuncian al curioso el itinerario de esta acequia —zanja o canal por donde originalmente se conducía el agua dulce y navegable al interior del islote—. En el edificio de la cantina La Peninsular aún se aprecia el cauce de este canal destruido en los años treinta del siglo xx, y a pocos pasos, en la Plaza Alhóndiga, sobrevive el Puente de Roldán frente a la alhóndiga que sustituyó a otro de construcción prehispánica. Seguir la Acequia Real es conocer uno de los caminos comerciales más importantes de Tenochtitlan y aun de las ciudades colonial e independiente.

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Plaza Juan José Baz

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La Plaza Juan José Baz o de “La Aguilita” es el monumento al mito fundacional de Tenochtitlan (o la Ciudad de México).

Mejor conocido como “Plaza de la Aguilita”, este espacio público recientemente recuperado por el Gobierno del Distrito Federal ha sido el centro de La Merced durante siglos. En el siglo xv se ubicaba entre los calpullis (barrios) Alzacoalco y Zoquipan. En el xvi los españoles lo nombrarían La Merced a causa del convento plateresco de 1594 (hoy sólo sobrevive un magnífico patio), edificado por mercedarios. Según antiguos cronistas y vecinos, la plaza indica el lugar exacto donde Tenoch divisó el águila devorando a la serpiente, imagen que Huitzilopochtli había ordenado encontrar para fundar la ciudad. Por cierto que en sus inmediaciones, en el centro cultural Casa Talavera, se exhiben piezas prehispánicas descubiertas a lo largo del siglo xx.

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Monte de Piedad esq. 5 de Mayo.

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Aquí hospedó Moctezuma Xocoyotzin a Hernán Cortés y su gente más cercana en 1519. El palacio de Axayácatl, por supuesto, lucía muy distinto. Hoy en este lugar se yergue el Monte de Piedad como uno de los edificios más vistosos del Zócalo. Según la creencia popular, afuera de esta casa Cuitláhuac comandó una lapidación espontánea contra su hermano Moctezuma Xocoyotzin, que desde un balcón le aconsejaba al pueblo obedecer a Hernán Cortés. En este mismo solar, el conquistador construiría el palacio del marquesado de Oaxaca, es decir su casa. Axayácatl fue el padre de Moctezuma Xocoyotzin, quien también vivió aquí, en las “casas viejas”, las del famoso zoológico; luego construiría las “casas nuevas”, donde hoy se halla el Palacio Nacional.

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República de Guatemala 

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Edificio de las Ajaracas, hoy Museo Archivo de la Fotografía.

El tramo entre el Templo Mayor y República de Brasil incluye el antiquísimo edificio de las Ajaracas (hoy Museo Archivo de la Fotografía), el Centro Cultural de España (bajo el cual se encontró el año pasado un calmecac que pronto se mostrará en un museo de sitio) y otros lugares de interés. Pero lo relevante se encuentra bajo tierra, en una zona que no es posible excavar so pena de derribar edificios viejos y valiosos de la época colonial. Así, el área occidental del Templo Mayor contiene un sinfín de reliquias que quizá nunca conozcamos. Hay quien dice que aquí podrían estar las tumbas de los emperadores mexicas. En la primavera de 2010 se descubrió en esta zona el templo más importante dedicado a Ehécatl.

* Sobre la calle República de Guatemala, en el número 24, se encuentran los más recientes vestigios de la ciudad lacustre que quedó enterrada bajo el Centro Histórico de la Ciudad de México: en 2015, cuando se hacían remodelaciones a la propiedad, fueron hallados varios cráneos. El Tzompantli: el altar donde se empalaban cabezas de guerreros sacrificados en el Templo Mayor.

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Pino Suárez esq. República del Salvador

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Museo de la Ciudad de México, en cuya esquina inferior se aprecia la cabeza de una serpiente proveniente del Templo Mayor.

En este punto se encontraron por primera vez el emperador de Tenochtitlan y Hernán Cortés. La Malinche y Gerónimo de Aguilar sirvieron de traductores. Moctezuma Xocoyotzin se mostró hospitalario y obsequió al conquistador con oro. Actualmente existe una placa en mal estado que conmemora el suceso; a un lado, el Hospital de Jesús, el más antiguo de América y sede de la osamenta de Hernando Cortés y Pizarro, y el palacio de los condes de Calimaya, uno de los primeros de la capital novohispana (en un solar de un primo de Cortés) y actual Museo de la Ciudad de México, en cuya esquina inferior se aprecia la cabeza de una serpiente proveniente del Templo Mayor.

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Templo de San Hipólito y Casiano

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En el templo de San Hipólito ahora se llevan a cabo las fiestas de San Judas.

El sitio de Tenochtitlan terminó un 13 de agosto, día dedicado a San Hipólito. Por eso los españoles decidieron que tal santo fuera el patrono de la nueva ciudad, y esto prevalece hasta la fecha. La iglesia fue mandada construir por Hernán Cortés sobre la calzada de Tacuba, en Cuepopan, ahí donde él y sus soldados habían padecido una épica batalla en 1520. El propósito fue levantar una ermita dedicada a los mártires de la Noche Triste. No hay que perderse la piedra labrada que se encuentra en la esquina de Hidalgo y Zarco. Representa una leyenda del Tenochtitlan de Moctezuma Xocoyotzin: un campesino es transportado por un águila parlante hasta una cueva en la que el emperador azteca le anuncia las tragedias de la conquista y se hiere en el muslo. El hombre regresa a su casa, gracias a la misma águila, no sin antes ser advertido de que debe contar su historia a Moctezuma Xocoyotzin. El emperador no le cree, así que el campesino le hace mirar su muslo, que luce extrañamente herido. La historia termina mal: el hombre es condenado a morir de hambre. Esta piedra es un recordatorio de las leyendas prehispánicas.

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Metro Pino Suárez

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Todo el mundo ha visto el templo de Ehécatl en esta estación. Era un recinto dedicado al dios del viento, que era tan venerado como Tláloc o Quetzalcóatl. Fue descubierto durante las excavaciones para la construcción del metro. En el siglo XVI marcaba el límite sur de la ciudad mexica. Según el INAH, es la zona arqueológica más pequeña (88 metros cuadrados) y también la más visitada (54 millones de personas al año) de México.

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