Un edificio de arquitectura brutalista nunca pasa desapercibido. Suelen ser expresivos gigantes de concreto (y otros materiales) que se graban en la memoria por lo que evocan: algo que se podría describir como una decadencia monumental o como un grandioso abandono, son construcciones que dan la impresión de estar detenidas en la idea de un futuro distópico imaginado en el pasado.

Lo primero que notamos al observar arquitectura brutalista son sus dimensiones colosales y la desnudez de sus materiales. Cada uno de los elementos que los conforman están hechos con materia en su forma más pura, menos escondida, más sincera. No es casualidad que la palabra brutalismo venga del término en francés béton brut que literalmente significa “concreto crudo”.

El brutalismo es justo eso, una estética donde nada quiere ser más de lo que es, y nada lo es. El concreto es concreto, el ladrillo es ladrillo, la piedra es la piedra, y hay una belleza honesta en eso.

Entre los sesenta y los ochenta México vio erguirse, a manos de arquitectos como Teodoro González de León, Abraham Zabludovsky, Orso Nuñez Ruiz Velasco y Pedro Ramírez Vázquez, una serie de edificios brutalistas, altamente impopulares entre la población, probablemente por ser imponentes masas grises ajenas al imaginario mexicano de esa época, pero que hoy en día son una afortunada sorpresa urbana que le pone pausa a lo cotidiano y te da un momento para ver hacia arriba y pensar que en esta ciudad basta tener los ojos abiertos para maravillarte.

A continuación una lista de los edificios brutalistas más hermosos de la capital:

1. El Auditorio Nacional, reconstruído en 1988 por Teodoro Gonzáles León y Abraham Zabludovsky

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2. El Colegio de México, 1976 por Abraham Zabludovksy y Teodoro González de León

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3. Embajada de Japón en México, 1976 por Pedro Ramírez Vázquez, Kenzo Tange y Manuel Rossen Morrison

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4. Museo Universitario de Arte Contemporáneo, 2006 por Teodoro González de León

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5. Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (INFONAVIT), 1975 por Teodoro González de León y Abraham Zabludovksy

 

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6. Museo Rufino Tamayo, 1982 por Teodoro González de León y Abraham Zabludovksy

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7. Casa Taller de Agustín Hernández, 1975 por Agustín Hernández

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8. Palma 555, 1975 por Juan Sordo Madaleno, José Adolfo Wiechers y José Ignacio de Abiega

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9. Palacio de Justicia Federal, 1987 por Teodoro Gonzáles de León, Francisco Serrano y Carlos Tejeda

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