Una de las alcaldías más verdes de la CDMX y con mucha historia es sin lugar a dudas la Magdalena Contreras. Ubicada al sur poniente del Valle de México, es el hogar de importantes áreas naturales protegidas como el Corredor Ecoturístico los Dinamos y el Parque de la Comunidad de San Bernabé Ocotepec; además de que a través de ella aún fluye la única corriente viva de la ciudad, que es el Río Magdalena.
Tampoco se puede dejar de mencionar la valiosa cultura ferroviaria del lugar, así como el tremendo esfuerzo de los barrios originarios por preservar las tradiciones que les preceden. Alguna vez conocida como “la piedra que bebe agua” –gracias a su imponente belleza natural- la Magdalena Contreras se niega a darle la espalda a sus raíces, en medio de la vorágine capitalina que todo lo devora a su paso.
Inicios de la Magdalena Contreras
Aunque muchas de las alcaldías deben su nombre a personajes ilustres de la nación, ese no es el caso de la Magdalena Contreras. Las tribus prehispánicas le conocían como Atlitic (“la piedra que bebe agua”); sin embargo, durante la Conquista arribó un séquito de frailes franciscanos y dominicos, que no tardaron en construir una ermita dedicada a Santa María Magdalena. El título de Contreras, por su parte, viene de la familia de Tomás Contreras quien, en el siglo XVI, fundó un obraje y cuyos apellidos se instalaron permanentemente en la región.
Dadas sus insuperables condiciones –entre ubicación geográfica, clima y recursos ambientales-; la Magdalena Contreras se consolidó como el epicentro de una de las industrias que más aportaron al desarrollo económico en el siglo pasado: la textil. Después de la fundación del primer batán (fábrica de telas corrientes) en 1543, muchas otras se asentaron en la zona, aprovechando el caudal del Río Magdalena para hacer funcionar sus máquinas. El Águila Mexicana, Tizapán, Santa Teresa, Loreto y La Magdalena fueron algunas, esta última; de las más importantes y modernas de la época llegando a tener hasta 8 mil 400 husos.
Sin embargo, la historia textil de la Magdalena Contreras no puede contarse correctamente sin la del Ferrocarril del Balsas, que fue clave para el florecimiento de la localidad. En 1897 se inauguró oficialmente la vía Ferrocarril México-Cuernavaca y el Pacífico que, además de permitir el tráfico de materia prima y mercancía terminada; ofreció trabajo a muchas generaciones de contrerenses.
Durante décadas la vida productiva de la región orbitó alrededor de la presencia del ferrocarril, originando una cultura de respeto y admiración hacia el oficio que aún prevalece hasta nuestros días.
En 1997, después de casi 100 años de operación, el Ferrocarril Balsas dejó de dar servicio, enterrando así el romance que sostuvo con la industria textil durante tanto tiempo. Actualmente algunos vestigios de la línea férrea se exhiben en el parque recreativo-cultural La Estación, que mantiene vivo el recuerdo de la época dorada del ferrocarril en Contreras.
Pese a que el lino, la lana y el algodón ya no forman parte de la cotidianidad de la Magdalena Contreras, hay muchos indicios que permanentemente les recuerdan sus raíces a los locales. El Parque de Los Dinamos, por ejemplo, le debe su nombre a las plantas de energía hidroeléctrica escalonadas –conocidas como dinamos- que alguna vez alimentaron a las industrias textiles. El antiguo domicilio de los dueños de la fábrica El Águila es ahora La Casa de las Bellas Artes Juventino Rosas, en honor al célebre compositor quien, supuestamente, aquí escribió el “Vals sobre las Olas” inspirado en el vaivén del Río Magdalena. La fábrica per sé es ahora el Foro Cultural, mientras que el Centro Cultural Magdalena Contreras se erige sobre lo que en la década de los cuarenta fue el Cine Contreras.
Si hay una demarcación en la CDMX llena de tradición, orgullo y memoria, esa es la Magdalena Contreras. No hace falta ir muy lejos para disfrutar de sus templos coloniales y bosques de pino y oyamel, y sentirte como un auténtico turista en tu propia ciudad.