Entre las décadas de los sesentas y setentas, hubo una época en la que el calor se tomaba muy en serio en la ciudad. Ya fuera en verano o Semana Santa, no eran pocos los capitalinos que hacían sus maletas y corrían a las principales playas del país. También estaban aquellos que, ya fuera por tiempo o falta de dinero, se quedaban en la ciudad y aún para ellos las vacaciones tenían el mismo significado: refrescarse.
Un fin de semana en el Balneario Bahía a inicios de 1971. Foto: Colonia Federal en Facebook.
Fue en esas mismas épocas en las que la Calzada Ignacio Zaragoza, que hoy es uno de los caminos más importantes de la ciudad, adquirió fama gracias a los balnearios que se instalaron ahí. Como para ese momento el oriente de la ciudad todavía era una zona que se sentía alejada del Centro, no faltó quien asegurara que ir a nadar a alguno de estos lugares era como salir de vacaciones fuera de la ciudad.
Los balnearios de Zaragoza
Daba lo mismo si las familias tenían coche o iban en transporte público, viajar a los balnearios de Zaragoza era un viaje a otra colonia que se sentía como provincia. Quienes iban en autobús tenían que tomar al menos dos camiones para llegar a Iztapalapa en busca de un lugar para refrescarse. Eso sí, llevando consigo un lunch de tortas y jugos porque allí no vendían comida, y si lo hacían era demasiado cara.
Quienes llegaron a ir cuando eran niños —o quizá no tanto—, recuerdan con cariño nombres como La Bahía, Las Américas y el Elba; tres de los lugares favoritos de los bañistas capitalinos y cuyas albercas acercaron el ímpetu playero a la ciudad. De los tres, sin lugar a dudas, el más completo era La Bahía, un balneario que se encontraba en un fraccionamiento del mismo nombre y cuya entrada estaba en el espacio que hoy ocupan las oficinas de Telmex sobre Zaragoza. Entre sus instalaciones incluían albercas termales, canchas de basquetbol, voleibol, frontón, pesas y mesas de ping-pong.
Balnearios Elba. Foto: Balnearios de México.
Luego le seguía el Deportivo Las Américas, un complejo que estaba exactamente atrás de La Bahía, pero que se diferenciaba por ser un poco más amigable con los niños por sus albercas con juegos. Cuando la ciudad comenzó a expandirse, ambos balnearios desaparecieron, lo cual no ocurrió con el Elba que continúa abierto.
Balneario Bahía. Foto: vía Facebook.
Las albercas de este sitio memorable son un oasis que, aún a pesar de la pandemia, siguen refrescando a los vecinos de Santa Martha y sus alrededores. Al mismo tiempo, son testigos de esos tiempos en los que el calor ayudó a que muchas familias pasaran las mejores vacaciones de sus vidas.
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