Enchiladas Suizas para empezar y luego dos bolas de helado. Siempre en Vips. “Es el restaurante más limpio de México” decía mi abuela Blanca y se refería a cualquier sucursal. Fuertes declaraciones si tomamos en cuenta que Vips es/era una cadena con cientos de cafeterías (el dato de entonces no lo encuentro pero hoy hay alrededor de 270 en todo el país). La idea venía de un amigo cuyo nombre oficial ha sido siempre “El Gato”. “El Gato” se dedicaba a ¿instalar cocinas industriales? y le había contado a mi abuela Blanca que las de Vips eran impecables, ella le compró el cuento.
Enchiladas Suizas de Vips
Al Vips íbamos mi hermano y yo con mi abuela cuando un domingo mis papás salían a comer y nos quedábamos los tres solos. A mi abuela le gustaba porque estaba cerca de la casa, tenía estacionamiento, lo dicho, la cocina era la más limpia de México, las señoritas eran amables y estaban siempre impecables y bien vestidas. Y las enchiladas suizas les quedaban buenísimas. Nunca la vi pedir otra cosa. Para qué ensayar con un menú cuando sabes exactamente qué va a hacerte feliz. ¿Qué le gustaba a mi abuela de las enchiladas? Para mí la cosa era muy fácil: lo que le gustaba era la crema, las cantidades industriales de crema coronadas con queso derretido. Le pregunto a mi hermano qué tanto se acuerda y entre sus comentarios me quedo con la muy buena observación de que para el mexicano, si algo lleva crema y queso, debe ser suizo.
¿Pero qué son exactamente las enchiladas suizas? He aquí la definición más técnica que pude encontrar:
Diccionario Enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Enchiladas Suizas
Platillo elaborado con tortillas de maíz rellenas con pollo, bañadas con salsa verde y gratinadas con queso manchego. La salsa verde se prepara con algo de ajonjolí y crema; tradicionalmente se sirven tres con abundante salsa en un plato metálico o cualquier plato hondo para gratinar. El adjetivo suizas se les aplica porque el platillo contiene crema y mucho queso, y Suiza es famosa por sus quesos y productos lácteos. Estas enchiladas fueron inventadas a principios del siglo XX en la famosa cadena de cafeterías Sanborns, cuya primera tienda todavía está en la calle de Madero número 4, en el Centro Histórico del Distrito Federal, en el famoso edificio conocido por los capitalinos como “el Sanborns de los Azulejos” o “la Casa de los Azulejos”.
Fuente: Larousse
Así que aunque no fueran las originales, el amor que mi abuela le tenía a sus Enchiladas Suizas y al Vips no discriminaba sucursales pero sí tenía favoritas. La consentida número uno era la de Revolución y San Antonio. En realidad, lo que a mi abuela le gustaba de ir a comer a este Vips en particular era que la visita marcaba siempre el preámbulo de una tarde de toros en la Plaza México. Se que hoy en día el tema no es popular pero yo nací en una casa taurina. Mi abuelo fue juez de plaza en la Plaza México, y mi tío, que luego se convirtió en vikingo, fue primero torero. La visita al Vips de Revolución significaba una tarde de toros y, para mi abuela, eso era la felicidad.
En el equipo Vips están también mis papás, con quienes recuerdo más las visitas al Vips de Lilas. Por una temporada, más bien larga, las comidas familiares de domingo las hacíamos allí. ¿Qué les gustaría a mis papás de Vips? Supongo que, además de las Enchiladas (mi mamá es gran fan también de esta bonita alianza suizo mexicana), era ideal porque había algo para todo los gustos, no era demasiado caro, y después de comer los adolescentes insoportables —o sea, yo— podían levantarse de la mesa e irse a ver revistas, que en realidad era la única razón por la que yo amaba Vips, o Sanborns, me daba igual.
Enchiladas Suizas de Sanborns
Del otro lado del espectro estaba el equipo Sanborns. Este equipo lo encabeza al día de hoy mi tío Juan, que por cuestiones de logística —este es el vikingo, que vive en Oslo, hace más de 30 años— no tiene oportunidad de frecuentar este establecimiento más que en contadas ocasiones, cuando está de visita. A mi tío Juan siempre le ha gustado hacer citas para desayunar en Sanborns, es un asunto de tradición. Y así me acuerdo desde chica: cuando los noruegos venían de visita siempre había una mañana que mi tío Juan, vestido con pantalón, camisa y saco, se iba a desayunar muy formal a Sanborns.
En el equipo Sanborns también está mi hermano que asegura que las mejores enchiladas suizas se sirven en plato blanco con azul. Y un viejo amigo de la familia, Alejandro Elguezábal. Debo haber tenido unos diez años cuando de pronto empezamos a frecuentar el Sanborns con él. Me acuerdo como si fuera la persona más vieja que hubiera visto jamás. Tenía orejas grandes, siempre iba vestido de saco y olía a ropa limpia. La razón que lo hacía mantenerse en el equipo Sanborns era muy sencilla: la comida nunca lo enfermaba. De hecho, aseguraba, la comida era tan buena que ningún viejo se enfermaba y por eso el salón de la sucursal de Sanborns de Palmas, que miraba a la barranca de Tecamachalco, estaba siempre lleno de adultos mayores, que llamamos hoy. Sus enchiladas suizas, que en este caso son las originales, recuerdan a la salsa verde pero en una versión que es amable con alguien que sufre de gastritis o acaba de aterrizar en la Ciudad de México.
¿Y yo? ¿Con cuáles me quedo? Con ningunas. Tengo que confesar que desde niña le he tenido fobia a los lácteos. Mi mayor pesadilla es la crema y el queso derretido así que nunca jamás las probé. Pero eso no importa, ya lo dije antes, para mi este plan era la oportunidad de pasarme una hora viendo revistas y nada me gustaba más. Pero esa historia es para otro cuento.
Si tuviera que elegir, me quedo con los Tecolotes de Sanborns y la sopa Vips.
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