No todo lo que brilla es oro. Ni todos los restaurantes de autor son joyas por descubrir ni son perfectos en su totalidad. Tienen virtudes, defectos y platillos que deberían abandonar los menús tan rápido como un perro callejero que corre hacia el trozo de carne que se cayó del taco.

Esto también funciona a la inversa. Existen platillos creados en las monstruosas cocinas de los restaurantes de franquicia que pueden robarte el aliento; preparaciones clásicas con la tremenda capacidad de devolver el brillo a los ojos de las personas. Aunque es posible que no sean los mejores lugares para comer, elegimos algunos platos clásicos de las cadenas que, a pesar de lo malo que sea el lugar y su café, aún tienen dos o tres cosas que enseñar al resto de los cocineros.

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1. Sopa especial Vips (Vips)

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Cada cierto tiempo, esta cadena de restaurantes trata de reinventar su menú para adaptarlo a los nuevos comensales. Salen chilaquiles, entran hamburguesas, aumenta la variedad en ensaladas y los desayunos lucen más apetecibles.

Sin embargo existen dos cosas en estos lugares que nunca van a cambiar: su café de refill, tan tóxico como las relaciones de poder en nuestro país, y –afortunadamente– la sopa especial Vips, un plato icónico del confort food mexicano.

A primera vista, este consomé con tallarines y pollo deshebrado puede ser lo más simple que hayas probado y seguro dirás que tú puedes hacer uno mejor. Y sí, puedes preparar en casa una sopa mejor que esta en casa pero… ¿te puede quedar igual? ¿La vas a hacer cuando estés desanimado y necesites un apapacho caldoso? ¿prepararás un pico de gallo para acompañarla?

Ahí radica el encanto de esta sopa. Es tan sencilla que nadie puede prepararla igual y es tan efectiva que todos deberían probarla. Eso sí, no pidas café para acompañar.

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2. Enchiladas suizas (Sanborn’s)

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Cuando los hermanos Walter y Frank Sanborns llegaron a México, a principios del siglo pasado, quizá no se imaginaron que varios años después la cadena que fundaron se convertiría en uno de los más populares de la Ciudad de México, o en el baño no público más visitado del Centro Histórico y de Coyoacán.

Es más, tampoco vislumbraron que ese lugar –que originalmente era una droguería– terminaría por tener una cocina de la cual salen órdenes de enchiladas rellenas de pollo bañadas en una espesita salsa color esmeralda y posteriormente gratinadas con queso y crema.

La ausencia del característico picor de la salsa verde, y la cobertura blanca que recuerda a los alpes suizos, hicieron de este platillo un clásico que lo mismo satisface el paladar de niños y grandes a todas horas: lo mismo puede ser un alimento en el desayuno que un antojo vespertino o una cena para desvelados y madrugadores.

Sabemos perfectamente que esta cadena no inventó las enchiladas suizas –de la misma forma que los chilangos no crearon los tacos al pastor– pero que no quede duda, Sanborn’s la convirtió en leyenda.

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3. Concha con nata (Bisquets Obregón)

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Imagina una película en la que la que el protagonista es famoso pero con poca capacidad interpretativa y en la que el actor de reparto es menos conocido pero su actuación es ovacionada. Lo mismo pasa con las conchas rellenas de nata de los Bisquets Obregón.

Aunque la especialidad de este lugar con más de 70 años de historia son –como su nombre bien lo indica– los bisquets, los actores de reparto son formidables: conchas de chocolate –o vainilla– tibias y abiertas a la mitad para rellenarlas con nata, ese untuoso milagro lácteo que se desparrama por los bordes a cada mordida.

Pocos capitalinos se resisten a un café lechero. Y para acompañarlo no existe una mejor forma que una concha cuyo relleno, la nata en este caso, se deshace en la lengua con cada sorbo de café caliente y deja un fuerte aroma a leche al aspirar por la boca y que lo mismo puede ser el comienzo perfecto de cada jornada o el cierre ideal de un día.

Dale una oportunidad y conoce al actor de reparto de esta película. Te sorprenderá gratamente.

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4. Alitas de pollo (Benedetti’s Pizza)

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Cuando la flojera y el desgano hacen de las suyas en fin de semana no existe mejor opción que pedir comida a domicilio. Aunque existen cientos de opciones gracias a la proliferación de aplicaciones para ordenar, la mejor opción –y la primera– es aún la pizza.

Y seamos honestos, no son la mejor opción: siempre las hacen con mucha masa, el queso siempre deja qué desear y los ingredientes –además de que no suelen ser los de mejor calidad (solo cumplen estándares)– van contados: 20 rebanaditas de jamón, 20 trocitos de champiñones y 15 de pimientos.

Sin embargo, hay algo que debemos reconocer a esta cadena y que muchos otros lugares podrían aprender de ella: tiene unas alitas de pollo con salsa picosita bastante buenas.

¿A qué nos referimos con “bastante buenas”? No escurren aceite como en la mayoría de los locales que abundan en la Ciudad de México; siempre llegan calientitas y listas para comer y, por si fuera poco, la salsa con la que están bañadas es una de las más equilibradas que existen: suficientemente picante para enchilarte agradablemente pero no tanto como para hacerte un agujero en la lengua o hacer que te retuerzas con la acidez estomacal.

Eso sí, podrían ser mejores si le pusieran unos bastoncitos de apio y/o zanahoria y una generosa porción de cremoso aderezo de queso azul para contrastar un poco la pungencia.

* Recuerda: no todo lo que brilla es oro pero –y bajo la misma lógica– no todo lo que viene en el menú de una franquicia es bisutería.