Nuestra mancha urbana se está llenando de ramen. O tal vez siempre ha sido un lugar en donde la comida asiática tiene muchas formas y figuras, pero últimamente nos damos más cuenta. Sobre Río Lerma –esa calle kilométrica con más restaurantes de los que uno puede abarcar– está Kitsune, un ramen de la ciudad que llegó hace poco y que es relajado, informal y muy rico.
Para los novatos del ramen (o clientes ocasionales) el Kitsune vuelve la experiencia sencilla. Su menú es claro, cortito y suficiente. Está dividido así: las bases del caldo –alma del ramen– pueden ser de shio, una mezcla de sales del Himalaya que dan un caldo ligero y casi transparente; de miso, una pasta de semillas de soya con mucho sabor “unami”; y de shoyu, una salsa de soja y granos tostados de trigo.
Luego están los complementos. Hay chasu, moyashi, menma y negi para las versiones normales o la especial que lleva huevo y karaage. Uno también puede pedirlo rojo o negro; el primero es una mezcla picante y rica con chiles y el segundo lleva una salsa de ajo negro. También está la opción de pedir un ramen vegetariano.
Al frente de la cocina de Kitsune está el chef Takeya Matsumoto, quien también creó el menú del lugar con el que el ramen comparte espacio y personalidad: Maikai Poke. Uno de los primeros lugares de pokes en la ciudad fue el Maikai, que llegó hace poco más de un año a Condesa. En su nuevo local de Río Lerma los pokes tienen la misma anatomía: base, proteína, verdura, salsas y extras que pueden ser desde pequeños edamames verdes hasta hoja de shisho o wakame.
Nosotros recomendamos el doncamatic que tiene arroz blanco, hamachi karagee, aguacate, jalapeño, ajo frito nuez de la india, furikake, wakame y salsa yuzu. Tienen 11 pokes diferentes y la opción de armar uno desde cero, para los más expertos. De postre, un helado de ajonjolí negro –que se derrite muy rápido y uno debe comerse más rápido aún– o un mochi pequeñito, de textura perfecta.
Tanto Kitsune como Maikai Poke funcionan del mismo modo sencillo y limpio que el caminante apresurado (o acalorado) agradece. Las órdenes se toman directo en la caja para evitar contratiempos y los platillos llegan en bowls coloridos. Además, como comparten el mismo restaurante, uno puede llegar con antojo de muchas cosas y salir satisfecho, de regreso a la multitud de caminantes.
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EN, un mini-restaurante de ramen casero (delicioso) frente al Metropólitan