La Fonoteca Nacional es el santuario del registro auditivo mexicano. Es una hermosa casa del siglo XVIII llamada la “Casa Alvarado” que está dedicada a la investigación y conservación del patrimonio sonoro de México. Por esa casa han pasado algunos de los personajes y algunos de los instantes más especiales de la cultura mexicana. Fue, por ejemplo, sede de la biblioteca de la Secretaría de Hacienda; sede de la Enciclopedia de México; residencia de Octavio Paz, quien murió allí en 1998 (y allí se encuentran los archivos de sus poemas leídos por él); casa de la arqueóloga estadounidense Zelia María Magdalena Nuttal, quien recibía al poeta Salvador Novo, a D.H Lawrence y a otros intelectuales a sus tertulias literarias; y fue, mucho antes, la supuesta casa del conquistador Pedro de Alvarado –lo cual es imposible ya que el murió dos siglos antes de la construcción del edificio en 1713–.
Desde el 2005, la Casa Alvarado es la sede de la Fonoteca Nacional y una casa embrujada por una infinidad de archivos de audio, sonidos y notas que se han grabado en México.
Pocos saben cómo funciona bien a bien la Fonoteca Nacional, pero uno puede ir ir escuchar allí, in situ, miles de audios.
En la Audioteca Octavio Paz hay equipos de cómputo donde puedes acceder a diferentes archivos sonoros catalogados y digitalizados. En la Sala de Lectura Salvador Novo puedes consultar cerca de 2 mil libros especializados en música, sonido y lo referente a “la cultura del escucha”. La Sala de Escucha Grupal es destinada a realizar actividades que consisten en invitar a un grupo de personas a escuchar piezas del acervo histórico y dialogar sobre los materiales. El Jardín Sonoro es para ir a descansar del ruido del mundo y sumergirse en experiencias acusmáticas: tiene varias bocinas dispuestas alrededor del jardín que reproducen piezas selectas de arte sonoro o del catálogo de archivo. En un día normal, las bocinas se activan cuando detectan movimiento; puedes ir a leer allí un domingo y disfrutar el escape. En la Fonoteca también hay varias salas de conciertos y exhibición que programan eventos constantemente.
Muchísimos de estos audios ya están digitalizados. Escuchamos varios de los registros y estos fueron nuestros favoritos:
1. Jingles (#nostalgia)
1. El jingle de Cafiaspirina, grabado en 1929, que dura 2 minutos 47 segundos –tiempo impensable en publicidad hoy en día–. En esta muy pegajosa canción prometen el bienestar eterno con tan solo una toma de su medicina. Escucha aquí. 2. “Cuando se sube el licor se apetece un refrescante”: el jingle de Sal de Uvas Picot de 1936. Escucha Aquí.
2. La grabación más Antigua de México
La grabación más antigua de México son los cantos huicholes registrados en 1898 por el etnógrafo noruego Carl Lumholtz, quien recorrió el país grabando música tradicional y cantos antiguos en cilindros de fonógrafo. Son cantos chamánicos donde se escucha “Llamar agua, canto para el Kawitu”. Escucha aquí.
3. Octavio Paz en una fiesta
Cuando Octavio Paz era joven, se le escucha un tanto ambientado y declamando el poema “Niña”. Atrás se escucha la voz de Elena Garro y el escritor Francisco Tario. Esucha aquí.
4. La voz de Yuri Gagarin durante su viaje orbital a la Tierra
Cuando Gagarin, nuestro primer cosmonauta, orbitó la Tierra, Jacobo Zabludovsky lo transmitió en vivo. Escucha aquí.
5. Juan Rulfo leyendo
En este audio Rulfo lee en su propia voz fragmentos de Pedro Páramo. Escucha aquí.
6. Animales en peligro de extinción
Aquí puedes escuchar animales mexicanos en peligro de extinción como el ocelote, el jaguar o el mono araña. Escúchalos aquí.
7. Paisajes sonoros
Un concierto de cigarras en la Roqueta, el tren arriba a la estación Catorce o el atardecer en la selva de Palenque. Escúchalos aquí.
Es un buen plan visitar la Fonoteca y, después de sumergirse en la interminable lista de archivos de audio, recomendamos quedarse un rato en el Jardín Sonoro, proyectado por el paisajista holandés Kees Van Rooij, y disfrutar de la música que sale de los árboles mientras toman un café de los que regalan ahí.
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