El 5 de febrero de 1903, en la época en la que ya se estaba gestando la Revolución Mexicana, un grupo de trabajadores del periódico El Hijo del Ahuizote colgó una manta que decía “La Constitución ha muerto” sobre el balcón de un edificio colonial del centro de la ciudad. Éste era un mensaje claro y contundente dirigido al dictador Porfirio Díaz y a su gobierno, responsables de traicionar al pueblo mexicano y a los principios de la constitución juarista de 1857. Existe todavía una foto que inmortalizó aquel performance en donde se ve a los hermanos Enrique y Ricardo Flores Magón, entre otros periodistas y luchadores anarquistas, parados en el balcón de ese edificio a un lado de la manta, de unos moños negros de luto y de la efigie de Benito Juárez.
Muchas décadas después, el bisnieto de Enrique, Diego Flores Magón, ubica (a partir de la foto) el inmueble exacto en donde se llevó a cabo ese acto de protesta y en donde estaban también las oficinas del periódico. Es entonces cuando decide recuperar el edificio para convertirlo en el depositario del archivo familiar. Los documentos, escritos, recortes, diarios, fotos y libros que conforman el archivo necesitaban urgentemente tener una sede formal y requerían ser organizados y preservados.
Aunque al principio sólo se planeaba dedicar el espacio a la conservación y a la consulta del archivo, con el tiempo se decide usarlo también para exposiciones y recuperarlo para imprenta. Por lo tanto, La Casa de el Hijo del Ahuizote se habilita como museo, archivo e imprenta. Además, para mantenerse fiel a la vena anarquista que corre en la familia, se decide abrir el espacio a todo público; sin filtros ni vigilancia ni cobro. Aquí todo el mundo sería bienvenido excepto los fascistas. A partir de las actividades buscaban generar comunidad con los vecinos y con cualquiera que quisiera; abrir redes de apoyo mutuo y diseminar ideas de justicia y libertad.
Lo que partió siendo un depositario de archivo, hoy es una prolífica casa de cultura donde día con día se organizan exposiciones, proyecciones de cine, talleres, presentaciones de libros y bazares. Y todas estas actividades tienen una clara vocación por lo social; muchas de ellas sobre los problemas que enfrentan los vecinos del centro cultural. Los vendedores ambulantes de las calles aledañas, por ejemplo, tienen familiares en situación de cárcel.
Las exposiciones que organizan en La Casa de el Hijo del Ahuizote son transgresoras, buscan generar redes y/o tienen que ver con migración. La primera que organizaron estaba directamente relacionada con el archivo Flores Magón, pues abordó la historia del periódico El Hijo del Ahuizote y su relación con el Partido Liberal Mexicano y con la lucha anarquista. Sin embargo, a partir de que organizaron una exhibición con la embajada Suiza de carteles políticos, el perfil de las exposiciones se abrió y ahora los temas que abordan son mucho más diversos. Este año, por ejemplo, hubo una expo de trabajadoras sexuales de la Merced en la cual se buscaba reconocer y promover el trabajo sexual como una actividad legal y hubo otra sobre punk y anarquismo mexicano llamada Anarquía #Suburpunk curada por Pablo Gaytán.
Próximamente habrá una exposición de Rini Templeton, artista y activista norteamericana muy comprometida con los movimientos antimperialistas de Latinoamérica en los setentas y ochentas. Están organizando un fondeo para montar la exposición y para poder resguardar adecuadamente su obra que consta de aproximadamente 50 libros de apuntes, grabados, borradores, obra enmarcada.
La Casa de el Hijo del Ahuizote también es sede de festivales de documental y de cine como Ambulante y Contra el silencio todas las voces, de talleres como el de literatura informal impartido por Verónica Brujeiro y Brenda Ríos, el de impresión de camisetas y de bazares como el de Gráfica Marchanta.
Vamos a la Casa del Ahuizote a disfrutar de actividades de entretenimiento con contenido histórico, político y cultural.
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