Por las calles de la CDMX han pasado siglos de historia, sin olvidar que una parte de ella ha sido oscura –los sacrificios de la época prehispánica, las torturas durante la Colonia y los asesinatos sin resolver–, así que no es de extrañarse que las leyendas de fantasmas en lugares emblemáticos de la CDMX sean un tema popular entre los capitalinos. Hoy compartimos tres lugares icónicos en la ciudad y sus historias de apariciones.
Jacinto y El Palacio de Lecumberri
Durante el gobierno de Porfirio Díaz se construyó la que llegó a ser la prisión más importante de la ciudad y aunque fue pensada para dar cabida a 800 reos, llegaron a haber hasta 6,000.
Después de su cierre definitivo en 1976, se transformó en el Archivo General de la Nación en 1982, y desde entonces les trabajadores del Archivo cuentan de las apariciones y leyendas de fantasmas en los pasillos de Lecumberri, siendo “Jacinto” el más famoso. Se dice que éste era un preso cuya esposa, Amalia, nunca fue a verlo, porque lo que se aparece en las noches preguntando por ella.
“Mientras el antiguo intendente del turno nocturno hacía el aseo escuchó que alguien respiraba a sus espaldas, cuando volteó observó a un hombre de aspecto muy demacrado que esperaba en una silla. El intendente se acercó al hombre y le preguntó cómo había entrado y qué buscaba, a lo que el hombre contestó: ‘Otra vez no vino Amalia’”. Hasta el día de hoy esta es parte de las leyendas de fantasmas más famosas de la CDMX.
El bailarín de Tlatelolco
Tlatelolco y su Plaza de las Tres Culturas no sólo fue el centro comercial más importante del México Prehispánico, también fue sede del Colegio de Tlatelolco que fue la primera institución de educación superior de América destinada a los indígenas; mientras que en el Siglo XX se convirtió en un ejemplo de arquitectura moderna y progreso, sin embargo también ahí se vivió la matanza del 2 de octubre y fue uno de los lugares más afectados por el sismo de 1985.
De generación en generación, los vecinos de Tlatelolco han pasado las leyendas de fantasmas y mitos de los condominios: muchas personas aseguran que en los edificios y pasillos se pueden escuchar niños riendo o jugando con una pelota; y cuando llueve es posible ver agua de color rojo resbalando por las escaleras de la Plaza de Las Tres Culturas o del edificio Chihuahua.
Una de las leyendas de fantasmas más famosas es ‘El bailarín de la Plaza’, de acuerdo con varios vecinos de la Unidad y el cronista Cuauhtémoc Abarca Chávez, se trataba de un muchacho vestido totalmente de blanco que corría cerca de la zona arqueológica; “…Corría tan rápido que parecía que flotaba, luego de 20 minutos desaparecía”, menciona el cronista. Esta aparición fue muy frecuente al inicio de los dos miles, hasta que, durante la ofrenda comunal que colocan los vecinos de Tlatelolco, “el bailarín” se acerco, y entre el miedo y el asombro, una de las vecinas decidió hablar con el chico para decirle que ya no era de este mundo. A partir de entonces, cuentan, que ya no se volvió a ver al muchacho, pero su leyenda sigue siendo contada.
La Posada del Sol
En el número 139 de la avenida Niños Héroes se encuentra la Posada del Sol, un edificio construido en 1945 y que se esperaba se convirtiera en un lugar representativo de la ciudad. Esta construcción cuenta con 500 habitaciones distribuidas en 15 edificios pero, a pesar de su gran tamaño y su valor histórico y artístico, desde hace años se encuentra en total abandono.
Si bien cumplió su función de hotel por solo 8 meses, fue embargado por el estado, por lo que ha sido sede del Instituto Nacional para el Desarrollo de la Comunidad y la Vivienda Rural (IDECO), el Instituto Nacional Indigenista Interamericano (INII), la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México y el Sistema Nacional Para el Desarrollo de la Familia (DIF).
Desde su construcción, este edificio ha sido el centro de varios sucesos macabros: Fernando Saldaña Galván, el dueño original y arquitecto de la Posada, se suicidó en el recinto colgándose de un palo en el jardín; además de los diferentes simbolismos masónicos que hay en todo el lugar como esculturas de vírgenes embarazadas o la capilla con una estrella de cinco picos.
Las personas cuentan que durante el movimiento del 68 este sitio fue utilizado como sitio de tortura del entonces jefe de la policía de la ciudad, el Negro Durazo. Pero la leyenda más famosa es la del fantasma de una niña que se aparece; esta historia se remonta a los tiempos en que éste era sede del IDECO, cuando una hija de uno de los trabajadores se salió de la guardería y su cuerpo fue después encontrado en uno de los túneles. Las leyendas de fantasmas de la CDMX son una tradición que pasa de boca en boca y que cada octubre son recordadas.