Las cafeterías en la Condesa brotan como helechos; un día, aparece un local cafetero en una esquina y al siguiente, ya hay otros tres. Pero para nada es queja, quienes trabajamos en modalidad home office sabemos lo difícil que es encontrar una cafetería con buen café, con comida rica y, sobre todo, con un espacio amplio que permita sacar el termo de agua, la agenda y la computadora.
Casi como un acto de magia, Truco aparece de pronto, frente al Parque México, aparentemente como un edificio de departamentos de renta casi impagable. Pero, en su interior, esconde una cafetería elegante y cuidada, con colores sobrios como el verde olivo y el azul claro, con un enorme espejo que refleja el verde del parque y el azul del cielo.
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Truco es para escribir, estudiar o leer. Aunque tienen platillos como chilaquiles, toasts o bowls de fruta y yogurt, lo cierto es que no predomina el desayuno o el brunch, mucho menos la comida o la cena. A menudo pasan los residentes a saludar o a esperar algún paquete y se sientan en los sillones del lugar; sin embargo, en general, Truco permanece casi siempre con mesas vacías, lo que sí es una ventaja cuando se quiere llegar a un lugar directito a trabajar.
Pero no solo le apuestan a la gente con millones de pendientes a resolver (¡un saludo, camaradas!), sino a los transeúntes que nunca se brincan el camino por el parque. Para ellos, Truco opera a través de una ventanita desde donde se puede ver brevemente la barra desde la que preparan las bebidas, así como un aparador con pan y galletas. Además de café, venden tés y tisanas, pensadas para quienes han superado la adicción a la cafeína pero todavía necesitan algo con que despertar.
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En todo el rato que estuve ahí (trabajando, por supuesto), el barista —llamado Santiago— saludó y dio la bienvenida a cada persona que pasó por la ventanita de Truco. Suena a exageración, pero es verdad. Quizá sea porque siempre estamos viviendo con demasiada prisa, o porque ya no confiamos en nuestro alrededor, pero ese detalle tan nimio en apariencia, pero de cierta forma bello, me llamó mucho la atención. Es, si acaso, el único lugar donde he visto que ocurre.
Aunque es una cafetería de la Condesa, los precios de Truco están estandarizados y son, creo, bastante amables. Un matcha latte con leche deslactosada cuesta 70 pesos, y lo valen. Un espresso está en 45 pesos, y un americano en 50. Además, los tés y las tisanas rondan los 60 y 75 pesos. Y es que las porciones no son tan pequeñas; por ejemplo, una taza de matcha latte alcanza perfectamente para una mañana entera.
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El menú se compone de dos hojas blancas y letras en color verde, una ventaja cuando quieres decidir rápido, sin perderte entre las muchas opciones que pueden llegar a tener. La comida va desde bowls de fruta de temporada, de chía, hasta chilaquiles con carne seca y queso cotija o un sandwich de roast beef. En Truco creen fielmente en el all day brunch, que es como decir que satisfacen el antojo de desayuno a cualquier hora y gracias a Dios por eso.
Una de las cosas que elevan todavía más la experiencia en Truco es su biblioteca de consulta. No es, tal cual, un espacio amplio con libreros de gran altura y miles de libros inconseguibles. Se trata más bien de un pequeño mueble de madera con repisas sobre las que reposan, en su mayoría, libros en inglés y revistas. Los clientes pueden tomar uno y hojearlo, leerlo hasta que termine su tiempo libre, o regresar otro día a finalizar con su lectura. No pregunté, pero estoy segura de que cualquier persona puede dejar algún libro para contribuir a aquella colección.
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La ventana de Truco llama la atención no solo por el colgante en el que se presume un branding divertido en colores morado, verde y azul, sino porque tiene un rótulo en color dorado que recuerda que en esta ciudad no todos somos invisibles. Ese es el truco.
Avenida México 121, Condesa
Todos los días | de 8 a 20 hrs